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Un vistazo a su salud
Dra. Roxana I. Ruiz Felix
Ejerciendo medicina sin medicinas ni médicos… En colaboración con el medico Marco A. Jimenez López de Félix, médico brigadista.
Y como bien lo dijo el doctor Enrique Graue W. rector de la UNAM, en el país no faltan médicos, lo que faltan son plazas en el sector salud.
“Leoncio, lo siento mucho, pero el camino que va a tu rancho es muy malo, y se me va a estropear mi coche…” (“Que me perdone la ciencia”). Entre esta y otras obras tales como “El amor en los tiempos del cólera” de García Márquez y “El llano en llamas” de Juan Rulfo, podemos darnos medianamente cuenta de lo que significa el poco acceso a la salud que tienen diversas comunidades. Y no es necesario ir tan lejos ni a los estados más pobres de la república. Basta con salir de la capital para conocer diversas comunidades con este problema.
Personas que tienen que viajar horas por la sierra para siquiera tener acceso a un centro de salud, quienes a veces creen que se tiene todo lo necesario para atender cuestiones de salud en las que pende de un hilo la vida. Ellos solo ven al tipo de bata blanca que “se supone estudió para salvar vidas” pero no ven que no es solo necesario portar con el uniforme. Hace falta material, equipos, personal, quirófanos, etc. Es parte de lo que atienes al lidiar con este tipo de situaciones. En resumen, podrían llegar a creer que eres el “Todo poderoso y que todo lo sabe”.
Cuando me preguntan: ¿a qué te dedicas?, y sólo contesto que a Caravanas de salud. Queda la impresión que hay más duda que respuesta a tal cuestión.
Por lo regular, me gusta platicar con la gente a la que atiendo en consulta, eso he sentido me ha ayudado bastante para lograr generar empatía con el paciente, entienda mejor su enfermedad, concientizarlo de las posibles complicaciones que pudiese tener de no seguir adecuadamente su control, y por ende, lleva mejor su tratamiento. Ya que a veces no solo es necesario anotarle todo en una receta. La gente rara vez la entiende como tal, muchas veces por pena a que se le juzgue de ignorante o acostumbrados a otros médicos que con cualquier cuestión se enfadan con los pacientes, prefieren no preguntar y tomarla como Dios les dé a entender. Desde una perspectiva personal, a los pacientes con mal control de diabetes e hipertensión, le corresponde un 90% de culpa al médico tratante, sin juzgar, solo son conclusiones que me he plantado. Por que, una persona que toma tres pastillas diarias de enalapril, tres de losartán y tres de metoprolol. Tres pastillas diarias de metformina, tres de glibenclamida y tres de acarbosa, encontrarlo con el mismo tratamiento durante años, y ver que en su cita de control está con tensión arterial de 170/100mmHg y glucosa de 305mg/dl en ayuno; no hacer nada y seguirle el mismo tratamiento. Yo creo que alguien que se quiere controlar no tomaría 18 pastillas o más al día. Ahí es donde entra nuestra labor: convencer al paciente de que quizá su tratamiento para la hipertensión está mal ajustado y es menester modificarlo, y lo verdaderamente difícil, ingresar tratamiento con insulina. Es en donde podría repercutir nuestra labor.
Como médico brigadista, tenemos en claro que el principal objetivo es el control del individuo, y evitarle complicaciones relacionadas a su enfermedad. Nuestra población meta son pacientes en control prenatal, control de niño sano y control de enfermedades crónico degenerativas. Se aprovecha la visita mensual a la comunidad establecida en el cronograma para detecciones de cáncer de mama, cáncer cervicouterino, enfermedad prostática, depresión, maltrato infantil y violencia intrafamiliar, concientizar y evitar por medio de pláticas que los jóvenes ingresen al mundo del tabaquismo, alcoholismo y drogadicción.
Lo anterior sería visto desde una perspectiva superficial, que no es nada malo ni tan alejado de la realidad, a final de cuentas en las comunidades es en dónde nace la enfermedad. Entre mejor atendidos estén, se podría disminuir los pacientes hospitalizados o complicaciones como preclampsia, nefropatías, retinopatías, cardiopatías, pie diabético, desnutrición grave, algunas neoplasias que pudieron ser menos agresivas de ser detectadas a tiempo. En fin. Es larga la lista de lo que se pudiera aprovechar si el programa estuviera al alcance de todas las comunidades. Lamentablemente no siempre es así. Me siento afortunado de pertenecer al programa en el que me desempeño profesionalmente en este momento. Somos muy pocos en el estado. Creo, que de ser más plazas y el programa de brigadas médicas tuviera la misma visión o supervisión, “Otro gallo nos cantaría”. Siempre entran cuestiones que impiden que todas las comunidades tengan el mismo tipo de atención médica, tales como los bajos sueldos a los médicos de contrato, que si no estoy mal informado, rara vez pasa los 10mil pesos mensuales. Si pagando poco de renta o viviendo con sus padres, en ciudad y moverse en ruta, rara vez el sueldo deja para más; es más difícil que alguien aceptara trabajar a cientos de kilómetros de su casa, en sitios dónde la señal del teléfono escasea, olvidarse del internet, bancos, distracciones de la ciudad, oficinas centrales y demás. Prácticamente terminan trabajando para vivir, y en ocasiones le terminan poniendo de su bolso para sobrevivir al mes. Otra cuestión entra cuando “son de base”, se sienten intocables. Una vez me tocó un tipo en otra jurisdicción, que sin ofender, dudo haya terminado la preparatoria, sintiendo aires de grandeza y tratando de regañarme por salir más temprano que él del trabajo, si él era de base y yo solo contrato. Sindicalizados que rara vez salen a visitar a sus comunidades con un sinfín de excusas. Pasar la mayoría del tiempo en oficina cuando su labor es acudir a campo a ver pacientes. Y lo más curioso de todo, es que cuando se rinden cuentas a fin de mes en oficinas, son los que tienen más productividad, los mismos de oficinas saben que es mentira tanto paciente fantasma, pero como sus metas van elevándose, lo pasan por alto. Cuestiones como días de permiso por alto y mediano riesgo, días feriados que sólo tienen derecho los sindicalizados, más los días que solo están en casa cuando es día laboral, sin que nadie se entere. No todos son así, solo por mencionar a algunos. Al final de cuentas quien paga los platos rotos por todo esto son los habitantes de las comunidades. Los cuales tienen que pagar el viaje, que rara vez baja de los mil pesos para acudir al hospital más cercano a atenderse de complicaciones que pudieron ser detectadas a tiempo. Los que no tienen el dinero o vehículo para moverse, solo se sientan a esperar la recuperación espontánea o la muerte.
Para mejorar esto, a corto plazo no se ve llegar, de igual forma es difícil predecir urgencias que ameriten atención médica, como mencionaba, si bien les va se encuentran con un centro de salud, con lo apenas dispensable para la consulta de primer contacto. No podríamos pensar en poner un hospital de tercer nivel en cada comunidad, que curiosamente, hay quien cree que sería la medida más efectiva. En fin, con todo esto no pretendo aterrizar en algún lado, solo era por mencionar algo…