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Por: Juan Carlos Girón Enriquez

Señor Presidente:
Se que el ser presidente de un país no necesariamente implica quedar bien con todo el mundo, mucho menos cuando se toman decisiones que pueden afectar a la mayoría de la población, sin embargo, usted anduvo en campaña 18 años, así que sabía perfectamente a lo que aspiraba.

No es sencillo enfrentar una pandemia, tampoco lo es conducir un país con poco mas de 120 millones de habitantes, pero eso tampoco es justificación, puesto que tanto año en campaña le debió dar una idea de lo complejo que es nuestro país y de las situaciones que podría enfrentar a la cabeza de la Presidencia.

Se que usted podrá no estar de acuerdo con lo que voy a plasmar en las siguientes líneas; pero, en primer lugar, ejerzo mi derecho a disentir; en segundo lugar, su deber como gobernante es escuchar y atender las demandas de toda la población en México, no solo las de los que votaron por usted, porque tengo que reconocer públicamente que no fue mi caso, en ningún momento contemple la posibilidad de votar por usted.

Muchas veces, en diferentes medios de comunicación, cada vez que tuvo oportunidad, sostuvo que el ejercito no debería estar en la calle, que la seguridad pública no era responsabilidad de las fuerzas armadas y denunció la incapacidad del gobierno en turno por brindar seguridad pública al país y que esa incapacidad era la que orillaba al entonces presidente a sacar al ejercito de sus cuarteles.

Hoy, es usted quien encuadra perfectamente en esas conductas que tanto denunció. Tiene la facultad, si, pero no porque sea legítimo, sino porque contó con la anuencia del poder legislativo que ahora se convierte en comparsa de su incapacidad, y lo digo con todas sus letras, porque no hay otra manera de decirlo, la medida podrá ser legal pero no es legítima y, ese tipo de actitudes, que atentan contra la legitimidad, en un gobierno que tanto presumía ser del pueblo y para el pueblo, no puede refugiarse en legalismos o tecnicismos y dejar de lado lo que es legítimo.

Que sucedía entonces que ahora no sucede o que justifica que para usted sea correcto lo que para otros era incorrecto. La única diferencia radica en el partido en el poder, o en la figura que ostenta la banda presidencial, sigue siendo el mismo México convulso, sigue creciendo la ola de inseguridad, sigue habiendo un clamor incalmable por el respeto a los derechos humanos, la única diferencia es que antes era el PAN o el PRI y ahora es usted, porque no MORENA; y no es que defienda o deslinde a su partido, sino que es usted quien ha buscado la manera de convertirse en el non plus ultra de la sociedad mexicana, dejando por debajo de usted a toda la población, todos los partidos y todas las instituciones que como mexicanos nos ha costado mucho tiempo construir.

Alguien habrá de decirle que está en un error y que replica, bajo otro nombre o figura, los errores que sus antecesores cometieron, que no esta descubriendo el hilo negro, sino desenterrando las estrategias que usted tanto criticó a los que lo antecedieron en la presidencia.

El uso del ejercito para la seguridad pública no es un tema nuevo, usted se encargó de convertirlo en encabezado de noticias cada vez que tuvo oportunidad durante el periodo de Felipe Calderón y de Enrique Peña, y es ahora quien lo esta retomando, de hecho, nunca cambió la estrategia, solo les cambió de color, porque para nadie es un secreto que la Guardia Nacional es el ejército disfrazado de blanco.

Los mexicanos tenemos memoria, y para los que no la tienen hay mucha información en internet que sirve para recordarles todo lo que usted dijo y lo comparen con lo que ahora esta haciendo. No se le olvide señor presidente que la democracia es el valor fundamental de nuestra sociedad y no estamos dispuestos a perderla.