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Por: Jenny González Arenas

Esta situación ha sido nueva para todos, una experiencia que nunca, ni nos hubiéramos imaginado, ni hubiéramos querido vivir.

Como docente de licenciatura la tecnología no era parte esencial del proceso de formación, no por que no se necesitara, sino porque el diseño curricular y la propia licenciatura en la que trabajo obligan a que el alumno investigue y que las discusiones se den de forma presencial, se podrían dar a distancia, pero no habíamos tenido la necesidad de distanciarnos, así que no había nada mas formativo que una discusión en el salón de clases.

La política de distanciamiento social, como parte de la estrategia para combatir el COVID ha motivado la búsqueda de nuevas formas de trabajo, así como ha impactado de manera negativa en el trabajo de muchas personas que, para poder tener un medio de subsistencia, necesitan salir a la calle y que la gente esté en la calle.

En estos momentos, la pandemia ha dejado salir la cara más escondida de la clase política y de algunos de la clase empresarial, de tal forma que se han visto amenazados los derechos fundamentales de muchos trabajadores de la educación, hablo de este sector porque es en el que me encuentro, y ello ha provocado que me detenga a reflexionar sobre lo que significa esta pandemia en la vida del docente.

Muchos trabajan para instituciones públicas, otros para instituciones privadas; no haré distinción por nivel educativo puesto que tan importante es el trabajo de una docente de pre- escolar, como le es el de uno de primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura, maestría o doctorado, en cualquier área del conocimiento. Pero si es importante destacar la diferencia entre el sector privado y el público porque el escenario laboral es totalmente diferente.

La educación vista como una empresa pensó, inmediatamente después de que se declarara la suspensión de actividades presenciales, en recortar el salario de sus maestros, situación por demás injusta, puesto que el trabajo que ahora se realiza, si bien es cierto se lleva a cabo desde casa, no es menos trabajo, se siguen atendiendo a la misma cantidad de personas en el aula virtual, la gran mayoría de los maestros tuvimos que aprender a utilizar plataformas en las que nunca habíamos trabajado, tuvimos que migrar toda la información que ya teníamos a una plataforma para poder trabajar con los alumnos, debimos aprender nuevas herramientas para mantener la atención de los alumnos en el aula virtual, nos vimos en la necesidad de cambiar la estrategia, es necesario tomar en consideración que ya estaba hecho el diseño educativo para todo el año escolar y, en una doble jornada, se tuvo que modificar el trabajo ya realizado para poder llevarlo a cabo de manera virtual; nunca será lo mismo el trabajo en el aula que el trabajo virtual; implican esfuerzos completamente distintos.

Entonces, ¿Por qué amenazar con reducir el salario de los maestros en educación privada, si se tenía que hacer mas trabajo? Además, los alumnos siguieron recibiendo clases, el trabajo se seguía haciendo.

Pero, cuando sentíamos que la amenaza era lejana, los ajustes presupuestales derivados del estancamiento económico producto de la pandemia, albergaron la posibilidad de que hubiera una reducción en el salario y prestaciones de los maestros del sector público.

Bajo la misma premisa, bajo las mismas aclaraciones, pero bajo muchas otras limitantes, porque muchos de los alumnos del sector público no cuentan con las herramientas tecnológicas ni con el acceso a internet que tienen la gran mayoría de los que están en el sector privado, entonces, los maestros del sector público tienen que buscar mas allá de lo que la tecnología les permite, para ser empáticos con sus alumnos.

La educación tanto en el aula física, como en el aula virtual requiere de mucho trabajo, esfuerzo, dedicación y habilidad, que se van desarrollando, unas sobre la base de la experiencia y otras a marchas forzadas para no dejar a los estudiantes a mitad del camino producto, como ahora, de una pandemia. Que la autoridad no garantice los derechos de los trabajadores al servicio de la educación y menosprecie el trabajo que se hace, a pesar de la adversidad y de que el mismo Estado nunca ha proporcionado la infraestructura para la educación digital; así como se ha menospreciado el trabajo de los empleados del sector salud, es lamentable; pero, como ya se dijo en líneas anteriores, estamos viendo las caras ocultas de aquellos que no pueden sacrificar sus ingresos y prefieren sacrificar a los que menos tienen.