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Cultura para inconformes
David Eduardo Rivera Salinas
Covid: Desescalada moral…
La única alegría en este mundo es comenzar.
Es hermoso vivir porque vivir es comenzar siempre, a cada instante.
Cesare Pavese

En tiempos de pandemia nuestros diìas avanzan al ritmo de las cifras de contagios y la incertidumbre constante pone en duda la fortaleza de nuestra sociedad.Tanto el distanciamiento social como el confinamiento en casa nos han mostrado otra realidad, pues a pesar de que el virus no discrimina, la pandemia siì lo hace, pues las particularidades econoìmicas, sociales y culturales revelan una desigualdad profunda en el modo en que se experimentan las consecuencias de la pandemia.
El quedarse en casa, si bien ha sido fundamental para evitar el contagio masivo, no ha evitado la vulnerabilidad en la que se encuentran miles de personas. Mientras que el confinamiento obliga a centrar nuestro habitar el mundo en habitar la casa, contradictoriamente, el confinamiento en casa nos ha privado de ella. El domicilio, que no siempre es el hogar, se ha convertido en espacio de salvaguarda y se reuìnen en eìl todas aquellas acciones que anteriormente no le perteneciìan. En casa se están replicando las actividades de la oficina, se ha convertido también en sala de estudio, en el patio de la escuela, y ahora suceden ahí las tardes de cine y las noches de fútbol. La casa se ha convertido en un espacio multidisciplinar donde el abanico de entretenimiento es extenso, aunque al mismo tiempo se ha evidenciado también una falta de motivacioìn y de vitalidad
Más allá de estas posturas, quizá la recuperación de la normalidad va a conllevar también una progresiva desescalada moral. Todo indica que cada uno volveraì a su vida y estaremos demasiado ocupados para seguir con todo esto; los seres humanos somos asiì, pronto nos olvidaremos de lo sucedido. Si los apretones de manos, los besos, los abrazos de despedida, gestos que forman parte de nuestros rituales sociales, ya estaìn siendo substituidos por otras modalidades de afecto e interaccioìn, ¿acaso no podraìn ser estas maneras maìs colectivas de interactuar, tambieìn, nuevas formas de la normalidad por llegar? No lo sabemos aún y no lo sabremos durante un largo tiempo.