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Cultura para inconformes
David Eduardo Rivera Salinas
Tiempos de incertidumbre
Hoy nuestra uìnica certeza es la incertidumbre
Zygmunt Bauman
Quienes hemos vivido entre la segunda mitad del siglo veinte y estas dos primeras décadas del nuevo siglo, lo hemos hecho bajo diferentes regiìmenes, ideologiìas, sistemas, modas, etc, y hemos llegado a entender que quizá existen dos valores sin los cuales la vida humana y particularmente la vida social seriìan impensables: la seguridad y la libertad; es decir, cuanta maìs libertad tengamos menos seguridad, y cuanta maìs seguridad menos libertad. En la sociedad, la conquista de libertades nos ha llevado a una gran cantidad de riesgos e incertidumbres y, en contraparte a desear la seguridad.
Nuestra sociedad contiene así una gran cantidad de categoriìas sociales que, por decir lo menos, tienen excelentes motivos para no hacernos sentir satisfechos de las relaciones sociales en las cuales estamos involucrados; vivimos en la inseguridad y en la incertidumbre por muchos motivos.
Muchos no estaìn seguros de tener un empleo o de conservarlo, y por lo tanto, de conseguir los recursos -ya sea el dinero, la educacioìn o la salud- para vivir dignamente y formar a sus hijos. Otros -o ellos mismos- no se sienten seguros de sus relaciones afectivas: de sus amores, de sus amistades. Algunos más no saben en queì ni en quieìn confiar, ni en la vida poliìtica ni en la justicia. Algunos más no saben ya en cuaìles valores creer -si los que proponen las Iglesias o las escuelas o las empresas o cualquier otro discurso ideoloìgico-.
Si nos asaltan en la calle o roban en nuestra casa, o si caemos enfermos contagiados por el coronavirus, sin duda conseguimos que nos atiendan -aunque eso de suyo no supone siempre que se resuelva favorablemente-, pero cuando eso sucede nos volvemos dependientes, subordinados, y eso nos hace sufrir. Estamos asustados por la fragilidad y la vacilacioìn de nuestra situacioìn social, vivimos en la incertidumbre y en la desconfianza en nuestros poliìticos y en nuestras instituciones. Lamentablemente, estas situaciones se expresan en problemas de identidad, como quieìn soy yo y queì pasaraì con mi futuro, sobre todo en las generaciones más jóvenes.
Continuamente nos preguntamos coìmo los cambios culturales, tecnológicos, econoìmicos, poliìticos, sociales y ahora también de salud generan incertidumbre en nuestra viva y en nuestra sociedad, y cuaìles podrían ser las acciones que nos permitan actuar con sentido ante estas incertezas. Dicho de mejor manera, ¿qué podemos hacer para dar sentido a nuestra vida y para definir una manera de actuar frente a la incertidumbre que enfrentamos?
Por eso tal vez, la historia de la humanidad y muchas respuestas que han dado las sociedades a lo largo de su desarrollo -ya sean materiales o simboìlicas- tienen por objeto gestionar la incertidumbre que se crea a lo largo del tiempo. La produccioìn de alguìn grado de seguridad con objeto de poder vivir juntos y organizar las penurias del mundo supone enfrentar la incertidumbre, la inseguridad y la falta de respuestas y referentes a los dilemas que crea la vida en sociedad.
Por ejemplo, hacia el siglo cuatro antes de Cristo, al filósofo helénico Heraìclito se le atribuye la magnífica idea de que todo fluye y nada permanece, introduciendo así en el pensamiento la idea de que todo cambio libera tensiones creadoras porque si eìstas cesan lo que aparece es la paralizacioìn del mundo y de la sociedad. El anaìlisis del fenoìmeno del cambio que acompanÞa a la explicacioìn de la incertidumbre despierta el espiìritu que introdujo Heraìclito en el mundo de las ideas.
Y todo ello nos lleva a pensar que la incertidumbre genera la necesidad de crear respuestas a las dudas que suscita. La creacioìn de sistemas culturales, religiosos, poliìticos o econoìmicos son formas de gestionar la incertidumbre y crear la seguridad imprescindible para poder vivir. La incertidumbre no es un algo extranÞo en la historia de la humanidad, sino la condicioìn habitual en la que vivimos y creamos con objeto de incrementar la seguridad necesaria. En la travesiìa que brinda la historia siempre han aparecido el miedo y la incertidumbre y, al mismo tiempo y mejor auìn, la idea de coìmo enfrentar estos dos companÞeros de viaje.
Pero la explicacioìn de la incertidumbre no se mueve en el terreno de lo inmediato o lo cercano, sino que tenemos que concentrarnos, por encima de todo, en los factores que determinan el ritmo de los llamados procesos de aprendizaje colectivo, aunque éstos en la praìctica, como es natural, son tan imprevisibles como cualquier proceso creativo.