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La erosión de la división de poderes .
Por: Juan Carlos Girón Enriquez

Pueden pensar que se trata de estar en contra, como mucha gente diría, solo por que si, sin embargo, estoy convencido de que, si la división de poderes no ha desaparecido desde que se instauró después de la Revolución Francesa, es por algo.
El actual sexenio presidencial prometió muchas cosas, entre otras, acabar con la corrupción, abatir la pobreza, mejorar los salarios de la clase trabajadora, entre otras muchas promesas de campaña. Sin embargo, nunca nos dijeron que el precio que tendríamos que pagar por simular todo lo anterior sería un atentado contra la división de poderes.
Si existe una figura como esa en un Estado moderno, no es por otra cosa sino por garantizar un equilibro, una democracia, contrapesos. Pero si atentamos contra todo ello, entonces estaremos ante un escenario que representa un riesgo muy cercano al autoritarismo, por eso, me sorprende gravemente ver a muchos comprometidos con la Teoría del Estado justificando la irracionalidad de muchas decisiones de este gobierno.
La división de poderes, como originalmente se planteaba, no era una simulación, como lo es ahora. Representaba un mecanismo que permitía que las decisiones se tomaran de forma democrática, con la representación del pueblo, erigida de forma popular, en donde cada uno de los poderes pudiera ser contra peso del otro. No se trata de llevar la contra, sino de equilibrios, de frenos, de moderar y limitar el autoritarismo que puede llegar a dañar las democracias de forma tal que se destruyan instituciones.
La reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación a la Consulta Popular, así como la aprobación por la Cámara de Diputados de la desaparición de los Fideicomisos, no es otra cosa que un reflejo de la sumisión de los poderes a las decisiones presidenciales.
No se trata solo de opinar por opinar, sino de un ejercicio consciente de análisis. Por un lado, no podemos someter a consulta un tema meramente penal, los delitos no están a decisión de las mayorías; por otro lado, no solo por que el presidente así lo considere, todos los fideicomisos son fuente de corrupción, no se puede generalizar, así como tampoco puede juzgar sin investigar antes.
La ciencia no puede estar sometida a las decisiones de la mayoría, la investigación tampoco, porque habrá investigaciones que no sean del agrado de todos, incluso habrá investigaciones que no sean publicitadas no porque sean privadas, sino porque pueden no ser del interés de la mayoría, pero eso no las hace menos importantes, simple y sencillamente las hace menos vendibles.
Que los diferentes poderes de la Unión estén de acuerdo no tiene nada de malo, lo que está mal es que estén de acuerdo en temas en los que no deberían de estarlo. Acabar con la investigación y someter las decisiones al arbitrio popular debe tener un argumento de peso, no solo el de suponer que hay corrupción porque, hasta ahora, nada se ha demostrado, nada se ha sometido a la decisión de una autoridad jurisdiccional, podemos suponer que es por falta de pruebas o por flojera de las propias autoridades que se desgastan cada mañana en denostar, pero no ocupan recursos humanos en demostrar lo que afirman.
La falta de apoyo a la investigación generará ignorancia, la ignorancia generará conformismo y el conformismo reproducirá formas de gobierno autoritarias y represivas. Ese es el escenario que enfrenta México de ahora en adelante.
Dejar que la separación de poderes se difuminen, permitir que el autoritarismo se imponga sobre la democracia, restringir la libertad para darle paso a una efímera comodidad no es cosa menor.
Si perdemos el equilibrio en la división de poderes perdemos todos.