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El ocaso en la pandemia.
Por: Jenny González Arenas.

Siempre he pensado que lo peor que le puede suceder a una sociedad es perder la capacidad de asombro, eso en relación con cualquier tema ya sea seguridad, política, cultura, todo lo que se nos pueda ocurrir.
Y cuando la sociedad o cualquier sector pierde esa capacidad, diversas atrocidades se pueden cometer ante la indiferencia social. En la actualidad, la pandemia nos ha llevado, precisamente a perder esa capacidad de asombro, muchas cosas pasan que no hubieran pasado sin pandemia, pero ante el miedo a la enfermedad y la apatía, todo pasa sin que nadie se inmute.
Si a la pérdida de la capacidad de asombro le agregamos el distanciamiento social que pareciera ser la consecuencia lógica de la atomización que había estado provocando la economía neoliberal, pues no podemos ver otra cosa que indiferencia ante problemáticas perfectamente localizadas y focalizadas.
El problema de la falta de acceso a la tecnología de muchos estudiantes de todos los niveles y la falta de estrategias pensadas para poder superar dicho atraso y la distracción de las autoridades en temas como la regulación de opiniones en redes sociales no son otra cosa que distractores ante problemas reales como el de inseguridad, violencia, alimentación, empleo, etc.
Ahora, en tiempos de pandemia, los problemas se han agudizado, crecen como bolas de nieve y se hacen cada día más grandes y, mientras eso sucede, no vemos una estrategia clara para evitar que la problemática se siga agudizando.
Gran cantidad de empleos se pierden ante la pandemia, con ello se limita el ingreso de los hogares, los gastos familiares se multiplican porque las necesidades de los estudiantes varían por el hecho de estar en casa, ahora necesitan internet y equipos de cómputo que son considerablemente más caros que los libros y las libretas, además los pocos que no pierden su empleo, tiene que realizar su trabajo en casa, con lo que la necesidad de equipos de cómputo se multiplica, pero si agregamos a la lista de problemas económicos y académicos los problemas de salud provocados, no solo por la pandemia, sino por el sedentarismo en el que ha caído la población, entonces los problemas se multiplican, pero el encierro también causa problemas de salud mental, tendremos en un futuro jóvenes y adultos que hora son niños y adolescentes que vivirán con inseguridad porque durante su etapa de desarrollo vivieron con varios miedos: a una enfermedad, a que sus padres se queden sin empleo, a no tener internet, entre otras cosas.
Y, si a todo lo anterior le agregamos qué hay hogares que viven en círculos de violencia que se han acrecentado por todos los problemas que ya se señalaron anteriormente, nos percatamos que estas nuevas generaciones enfrentarán problemas a largo plazo que no se están atendiendo ahora, en etapas tempranas.
Puede parecer repetitivo, porque muchos lo han dicho ya, pero si lo dejamos de decir, si dejamos de hacer énfasis en los problemas que ahora se están gestando y desarrollando, entonces corremos el riesgo de perder la capacidad de asombro y, lo que es peor, volvernos indiferentes ante la problemática que enfrentamos.
Es el momento oportuno de diseñar e implementar políticas públicas diferentes, porque la situación es distinta, estamos en un escenario en el que no nos habíamos encontrado antes en esta era moderna. Retomemos la problemática social y buscamos alternativas viables para darles salida, antes de que el tiempo nos alcance y las situaciones que se pudieron haber atendido ahora, sean problemas más grandes mañana