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Por la educación.

Por: Jenny González Arenas.

La educación en línea no se compara, bajo ninguna circunstancia con la educación presencial. El salón de clase esta diseñado para que todos seamos iguales, estemos concentrados en un espacio – a veces – apto para el aprendizaje, con los medios al alcance de todos para que el proceso de enseñanza aprendizaje se realice de la mejor manera posible. Los alumnos están en un entorno de igualdad, sin diferencias, todos sentados en bancas iguales – algunas muy poco cómodas – con visibilidad a un pizarrón al que todos pueden ver, el maestro bien le habla a uno les habla a todos. El salón presencial, es un espacio de igualdad.
El aula virtual no tiene las mismas características, ahí se hacen evidentes las diferencias, no todos los alumnos tienen acceso a una computadora, no todos pueden ver las pizarras virtuales que proyectan los maestros, no todos tienen un estudio en el que se puedan conectar a sus sesiones virtuales, por lo que una clase se vuelve toda una experiencia en la que participarán los camiones de la basura, del gas, los compradores de fierro viejo y los camiones repartidores, en Zacatecas, el tren, muchas veces el que menos se escucha es el maestro.
Mientras las desigualdades se hacen evidentes, las y los docentes tenemos que buscar la estrategia adecuada, sin discriminar o beneficiar a nadie, de disminuir esas desigualdades, porque hay quienes tienen todos los medios a su alcance y quienes no los tienen y el salón presencial ayudaba a disminuir esas brechas.
Las y los docentes no sólo hemos tenido que aprender de herramientas tecnológicas de apoyo a la labor docente, también hemos tenido que aprender a compensar la desigualdad existente entre los alumnos y el acceso de ellos a las tecnologías de la información y la comunicación.
Pero también hemos tenido que ingeniárnosla para transmitir sensibilidad, que es algo que la computadora nunca podrá transmitir.
Hemos cuestionado mucho a los docentes cuando pierden la postura en el aula virtual, pero nadie ha cuestionado a los alumnos que, sin tener autorización para ello, graban las clases de sus maestros, se mofan de ellos, hacen memes y los suben a redes sociales sin autorización del maestro.
Todos los ojos de la sociedad se tornar a las y los docentes, pero cuantos han criticado a los alumnos por tomar clases en pijama o acostados en su cama o de viaje por la carretera o instalados en la playa de vacaciones, mientras el docente se esfuerza de mil maneras por lograr transmitirle al alumno, además del conocimiento, el humanismo y la sensibilidad.
Hemos sido muy críticos con las y los docentes, pero no hemos volteado nuestra vista a quien esta del otro lado de la pantalla que, así como se esfuerzan por cumplir en clases, muchos no lo hacen y desaprovechan la oportunidad de seguir con sus estudios y han tomado la pandemia como unas vacaciones prolongadas.
Las y los docentes hemos enfrentado un reto muy importante, de adaptación a las tecnologías de la información y la comunicación, todos los niveles educativos representan un reto diferente, todos los alumnos tiene necesidades distintas y todos los campos del conocimiento tienen objetivos distintos, pero al final del día, el objetivo de dar y recibir educación se resume en formar personas humanas, sensibles, capaces, con habilidades particulares que aporten algo a la sociedad. La pregunta sería ¿las pantallas de un celular y una computadora pueden transmitir esa sensibilidad, esa humanidad?
Si hasta ahora, la educación presencial había prevalecido a pesar de todos los avances tecnológicos era porque hay cosas que no se pueden transmitir ni por una computadora ni a través de una pantalla, por eso es importante regresar a las aulas y reconocer el esfuerzo que todos hemos puesto en intentar, con los medios a nuestro alcance, llevar a cabo el proceso de enseñanza - aprendizaje de la mejor manera posible, a sabiendas de que el aula física nunca va a ser remplazada por el aula virtual y las y los docentes nunca podrán ser remplazados por una computadora, eso sin tomar en cuenta que el salario de los maestros tampoco es suficiente como para adquirir un equipo de cómputo o pagar el servicio de internet, que en México es considerablemente caro, sin sacrificar otras necesidades de las y los docentes y su familia.
Por todo eso, mi más sincera felicitación y reconocimiento a las y los docentes en su día, sea cual sea el nivel educativo en el que impartan clases y si son del sector público o privado, para todos felicidades por dedicarse a tan noble labor.