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El cuerpo y los juegos olímpicos
Por: Gicela Andrade Ruvalcaba

Podría asegurar que durante los juegos olímpicos hemos escuchado más de una crítica, “es demasiado gordo”, “no está en forma”, “¿con ese cuerpo piensa ganar?”, etc, mientras que los atletas detrás de la pantalla están dándolo todo para poder ganar, olvidamos que el cuerpo no es mas que un medio para lograr lo que se quiere, dejando del lado lo que realmente nos debería de importar.
El culto al cuerpo es tan antiguo como los griegos. Competir desnudos era una tradición que en el año 150 a.c. significaba un acto por el que a las mujeres casadas se les negaba el acceso a los estadios. No todos eran tan desinhibidos y por ejemplo a los bárbaros les apenaba mostrar sus cuerpos. Más de dos mil años después, el misticismo que aún rodea el concepto de la figura sigue siendo una representación tan atractiva para los espectadores que ahora admiran a las atletas, mientras que para ellas significa solo el vehículo, perfecto o no, mediante el cual logran resultados.
Hemos sido educados bajo estándares de belleza corporal tan estrechos, que dejamos del lado y en el olvido los cuerpos reales aquellos que son capaces de llevarnos a cada lugar que deseamos durante nuestro día a día, mismos que logran estar en los juegos olímpicos. Nos es tan difícil dejar atrás las ideas de un cuerpo perfecto que muchas veces nos vemos afectados por no poder alcanzar los estándares. En estos juegos olímpicos me pude dar cuenta que necesitamos ver más allá y dejar de juzgar lo que no es importante, y empezar a ver y aplaudir los méritos ajenos, sin olvidarnos de disfrutar.