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Nuevo semestre.
Por: Jenny González Arenas.

Un reto más en la incertidumbre, porque ahora nos dicen que regresaremos, probablemente si, probablemente no.
No se si todo lo que nos esta pasando sea bueno o malo, lo único que se es que algo bueno tenemos que sacar de todo esto, pero al menos los alumnos de universidad están cansados de estar en línea.
Y hablo de ellos y por ellos porque son mi contacto directo docente, tenemos alumnos que no conocen sus escuelas, ni a sus compañeros y, si se encuentran a uno de sus maestros en la calle – porque claro está que ya todo mundo anda en la calle – probablemente ni lo conozcan.
Esta realidad que ahora vivimos, en lo personal, me ha llevado a reflexionar sobre el papel que jugamos los docentes en la formación de los alumnos, he de señalar que a lo largo de mi formación tuve muy buenos maestros y maestras a quienes agradezco infinitamente su dedicación, pero me pregunto si los ahora alumnos pensarán el día de mañana igual que nosotros.
Estas generaciones se están formando a través de una pantalla y, no se hasta que punto, nosotros como docentes seamos capaces de transmitir las mismas emociones y sentimientos en una pantalla como lo hacíamos en el salón de clase. Es como si pensáramos que un actor de una película y un actor de teatro utilizan las mismas técnicas para transmitir sentimientos.
Me pregunto si estaremos formando profesionistas con calidad humana al otro lado de la pantalla o si es una nueva generación de profesionistas, con habilidades diferentes las que estamos ahora formando. Lo que me lleva a preguntarme si el mundo está listo para esta nueva clase de profesionistas o si nuestro país o nuestro estado lo está, si la población misma estamos preparados para acercarnos a estos nuevos profesionistas que están siendo formados a través de una pantalla.
No cabe duda que todo evoluciona, y que los cambios tienen que aportar algo positivo, no todo se puede ver de forma negativa, pero el proceso de asimilación del nuevo paradigma de la educación no se ha dado aún, a pesar de que tenemos ya mas de un año trabajando en aulas en línea, muchos no nos hemos hecho a la idea de que esa será la forma de impartir educación en este presente y futuro próximo, y al tener latente la esperanza de que regresaremos a la normalidad que antes teníamos, seguiremos sin aceptar este nuevo paradigma.
La negación al cambio o la aceptación no nos hace mejores o peores, simple y sencillamente es una consecuencia del breve tiempo que tuvimos para adaptarnos al cambio y de la latente posibilidad del regreso a la normalidad, si es que alguna vez podemos volver a ser los que una vez fuimos.
Muchas cosas ha dejado esta pandemia, pero en el aspecto educativo, a muchos nos obligó a dar un salto tecnológico que teníamos miedo a enfrentar y eso es algo bueno, lo malo es que quienes reciben ahora las clases en línea están en la edad en la que el contacto social, la interacción y la convivencia son fundamentales para su correcto desarrollo psico-emocional.
Este nuevo semestre representa un reto mayor, porque creemos cada vez mas cercana la posibilidad de regresar a las aulas y esa esperanza nos mantiene renuentes a aceptar los cambios. Un poco de sinceridad por parte de las autoridades no nos vendría mal a nadie. Saber a ciencia cierta si regresaremos a las aulas o no, nos daría certeza sobre la manera en la que enfrentamos el semestre, en lugar de seguir albergando esperanzas que, muy probablemente, vayan feneciendo con el paso de los días.