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Libertad de expresión sesgada.
Por: Jenny González Arenas.

Muchas veces antes hemos hablado sobre la libertad de expresión y cómo este derecho consagrado en la constitución mexicana en tratados internacionales en pactos y protocolos de orden internacional es un derecho que implica no sólo la posibilidad de que las personas pueden expresar libremente sus ideas sino que también está relacionado íntimamente con la posibilidad de que la población pueda acceder a información a la que no tuviera acceso si aquellas personas no tuvieran libertad de expresión.

En fechas recientes muchos ha hablado de la situación de violencia que vive Colombia, ahora ya no es la guerrilla o el narco, si no los disturbios provocados por el descontento social derivado de políticas públicas que afectan el desarrollo de las personas.

Si analizamos de manera objetiva la situación de Colombia en estos momentos sabemos que tenemos esa posibilidad por que existen reporteros y periodistas, camarógrafos y fotógrafos que diariamente arriesgan su vida para poder tener una evidencia de lo que está sucediendo y compartir esas evidencias con el resto del mundo.

Ese acceso a la información real que está ocurriendo en Colombia se los debemos precisamente a esos periodistas y reporteros que están al pendiente de las manifestaciones y de las consignas de la población sin embargo también sabemos que esas personas que están atentas a la información ponen en riesgo su vida porque muchas de las veces se publican cosas que a una gran cantidad de personas no le conviene que se sepan.

Recientemente la comisión interamericana de derechos humanos ha otorgado medidas cautelares a dos periodistas colombianos que han sido víctimas de amenazas a su vida, a su integridad y a su trabajo a consecuencia de la labor periodística que han estado realizando en los movimientos en Colombia.

Es lamentable que los gobiernos que se dicen democráticos sientan amenazada su estabilidad por las manifestaciones sociales pero lo peor es que quieren hacer responsables a los medios de comunicación por darle cobertura a dichas manifestaciones. Sabemos que Colombia está sumergida en una ola de violencia y que lamentablemente la situación en Colombia es cada vez peor, por un momento el mundo estuvo atento al proceso de pacificación colombiano y el inicio de una justicia transicional, pero ahora estamos atentos a las manifestaciones sociales derivadas de la inconformidad con las políticas públicas y las medidas fiscales adoptadas por el gobierno de Colombia.

Lo que está sucediendo en aquel país puede ser un augurio de algo que puede suceder en cualquier otro país centro y Sudamericano, con gobiernos que se digan democráticos o populares, porque al final del día ningún gobierno está exento de las manifestaciones así como tampoco ninguna sociedad es totalmente pacífica y recibirá de manera favorable todas las estrategias que incremente el gobierno.

Las autoridades deben de estar conscientes que su actuar está sujeto al escrutinio público no sólo de la prensa sino de la sociedad y callar la prensa no va a evitar que la sociedad se de cuenta de las medidas restrictivas de las que está haciendo víctima.

Los periodistas son sólo los mensajeros, claro está que pueden ser mensajeros oficiales o pueden ser mensajeros objetivos pero finalmente mensajeros, al final de cuentas, la sociedad, la población en su conjunto quien deberá adoptar una posición o criterio en relación a la información que está recibiendo. No podemos pensar que la población creerá ciegamente todo lo que se le dice, por el contrario la población tiene derecho a conocer diferentes versiones diferentes opiniones diferentes realidades si es así como les debemos llamar y a partir de esas diferencias crear su propio criterio y tomar las acciones que considere pertinentes si es que las medidas que se están adaptando la siente incorrectas en relación con su esfera jurídica.

La labor periodística debe de ser defendida en todas las sociedades democráticas porque ellas depende el acceso a la información de la población gracias a ellos nosotros podemos contar con diferentes opiniones y crear nuestra propia opinión. Bajo ninguna circunstancia los periodistas pueden ser objeto de amenazas a su trabajo.