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¿Por qué la mujer rural es un eje transversal en la producción agrícola?

“Mi reconocimiento para todas las mujeres de este sector, por su labor, dedicación y amor al campo”

Mtra. Bennelly J. Hernández Ruedas.

En alguna ocasión de niña, en la escuela me enseñaron a germinar una semilla. Recuerdo que yo llevé pequeñas semillas de un jitomate. Aunque la práctica escolar era momentánea, sin duda era mágico lo que podía ocurrir con aquellas semillas.
Era inquietante el pasar de los días, solo para ver el crecimiento de nuestras semillas, que pronto se convertían en plantitas. Cuando pude llevarla a casa, con emoción la cuidé. La coloqué en mi patio donde pudiera recibir sol y la regaba constantemente, esperando que entre más agua le echara, pronto surgiría de ella un pequeño jitomatito.
Sin embargo, en pocos días la planta se secó. Al menos eso creía por su aspecto, después mi madre me explicó que la planta “se ahogó”, por el exceso de agua que recibía. ¿Quién iba a creer que una planta requeriría de cuidado tan específico para poder dar su fruto?
En nuestro país, más de 992 mil mujeres trabajan en el sector primario; el 83.9 por ciento lo hacen en la agricultura; mientras que el 13.3 por ciento en la ganadería.
Muchas veces, cuando visito las comunidades de mi territorio en Zacatecas y conozco a mujeres que se dedican a este noble trabajo del campo, me doy cuenta de lo admirable que es llevar a cabo esta actividad productiva, por el trabajo tan duro que implica; no se diga siendo mujer, donde se suman barreras sociales y actos discriminatorios, para lograr su empoderamiento en el sector agrícola.
El pasado 15 de octubre se conmemoró el día Internacional de la Mujer Rural, con el propósito de reconocer el papel decisivo de las mujeres en el desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.
Según datos de la ONU, si las mujeres rurales tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos, la producción agrícola en los países en desarrollo aumentaría entre 2.5 y 4 por ciento; mientras que el número de personas desnutridas en el mundo disminuiría aproximadamente entre un 12 y 17 por ciento. Las mujeres rurales conforman un 43 por ciento de la mano de obra agrícola en el mundo, contribuyendo a asegurar la alimentación de sus comunidades y la población en general.
Sin embargo, pese a su trabajo y productividad, es muy poco o nulo el apoyo para que tengan acceso a obtener tierras, materiales agrícolas, créditos, mercados o la profesionalización para hacer de sus productos cultivos de alto valor; tal como lo tienen los hombres que se dedica a realizar lo mismo.
Las mujeres en entornos rurales se siguen enfrentando a una discriminación significativa, en lo que respecta a la propiedad, la remuneración, la capacidad decisoria o el acceso a recursos que le permiten producir el campo. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como el agua y saneamiento; a muchas no se les permite recibir educación; tener asistencia sanitaria; incluso, sufren discriminación en cuanto a participación política dentro de sus comunidades y hogares, dado que sus labores no tienen remuneración.
Me parece que es urgente mejorar las condiciones de las mujeres rurales, muchas de ellas, pilar y sustento de sus hogares; siendo parte del sector económico informal.
Desde los primeros días que comencé mi labor legislativa, este fue un tema a los que busqué dar prioridad en la agenda legislativa; al presentar una iniciativa en la que se solicita reformar el artículo 19, adicionando la fracción X; esto, para establecer políticas públicas sólidas, con visión estratégica y a largo plazo, que impulsen a las mujeres rurales como uno de los ejes transversales de la cooperación para la equidad de género, elevando la producción agrícola nacional, reduciendo la hambruna del sector e incrementando la producción del sector rural.
Es necesario reorientar las políticas para contribuir a la inserción plena de la mujer al campo; ofrecer programas específicos que promuevan su incorporación productiva en las actividades económicas, con todas las oportunidades de cooperación para el proceso agrícola.
Se debe valorar en demasía su labor en el suministro de alimentos y servicios en zonas menos desarrolladas, la relevancia que tienen en el trabajo del campo y la necesidad de mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias.
Queremos un país donde se apoye más, se capacite, sensibilice y mejore los contextos de la mujer rural; todas las mujeres merecemos las mismas oportunidades.
Mi reconocimiento para todas las mujeres de este sector, por su labor, dedicación y rescate de nuestros alimentos nacionales, al seguir preservando su cultivo, por amor al campo.

*Diputada Federal