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Cuando creíamos que nos iba a cargar el payaso

por Horacio Zaldivar

Una dictadura es un estado en el que todos temen a uno y uno a todos
Alberto Moravia

Hacía falta solo un motivo para tomar las calles y el inquilino de palacio se los dio. Todos los descalificativos que profirió la semana que recién terminó en contra de los piensan diferente, agresiones verbales que fueron desde fifí, hasta corruptos, fachos, conservadores, y rateros, dirigidos a los que amamos este gran país, despertó a millones de mexicanos hartos, cansados, hasta la madre, de ver desde la barrera la destrucción de nuestro querido México.

Mujeres, hombres, de todas las edades, jóvenes, adultos de la tercera edad, trabajadores al servicio del Estado, médicos, clérigos, aseadores de calzado, voceadores, amas de casa, comerciantes, empresarios, comerciantes, periodistas, organizaciones sociales, y hasta militares francos, tomaron las calles para manifestarse en contra de la desaparición del Instituto Nacional Electoral (INE), que López Obrador.

En un acto desesperado impulsa un modelo de dictadura como la de los países bananeros como Cuba y Venezuela, en aras de perpetuarse en el poder. Las movilizaciones de este domingo se replicaron en Los Ángeles, Barcelona y Madrid, con la misma mensaje a López Obrador: “El INE no se toca”.

López Obrador calculó mal, confiando en un aparente silencio en las calles, que sólo en las redes sociales ciudadanos aspiracionistas, democráticos, manifestaban su rechazo a la destrucción del país, menospreciando sus protestas.

El presidente se equivocó gracias a los escenarios construidos por sus asesores que le informaron “iba en caballo hacienda” hacia el 2024, mientras sus corcholatas como él llama a los aspirantes a sucederlo, en pleitos de lavadero disputan el gran negocio que convirtieron la Cuarta Transformación.

Ya nadie le cree al presidente su cotidiana mitomanía, incluyendo a la mayoría que reciben “apoyos”, debido a la imparable violencia, la ausencia de salud, pero también el alto costo de alimentos, y servicios, que ya las dádivas no alcanzan a saldar, ni para sobrevivir una semana, y que en silencio, escondidas, culpan a su mesías ante la latente amenaza de perder las migajas que reciben.

De los sótanos del país aparecieron millones de indignados ciudadanos que le restregaron en el rostro al presidente que no le van a permitir terminar con el INE.

México se hartó de los eternos saltimbanquis y vividores del erario como los Ebrard, López, Sheinbaum, Imaz, Batres, Bartlett, Yañez, Sansores, y Monreal entre otros, que saltando de partido en partido han amasando incalculables fortunas y que en su vida han trabajado como la mayoría de los ciudadanos.

Estos millones de ciudadanos cansados de su eterna demagogia de “trabajar para la gente, por su tierra”, cuando en realidad lo hacen sólo por ellos, salieron la calle a restregarles en el rostro que son peores a los que tanto critican. De igual forma, hartos de la pesadilla en que López Obrador ha convertido un país que todos los días despierta bañado en sangre, mientras mandatarios y políticos de Morena sonríen ante las cámaras.

Vendrán más marchas, más dignidad