Skip to main content

Se queden o los expulsen son cómplices

por Horacio Zaldivar

A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado
Leonard Cohen

No basta haber sido “fundadores” de Morena, como tampoco absueltos por la mano santa del mesías y aceptados en su rebaño, sin importar su procedencia, no los exime de ser cómplices de la destrucción de las instituciones, de la grave violencia, de la polarización de un país, de los cientos de miles de muertes violentas, de igual número de desparecidos, del saqueo de las arcas públicas, de pasar por encima de la Constitución para complacer los caprichos de López Obrador, mientras tanto aprovecharon para seguir engrosando sus cuentas bancarias con cargo al erario.
Como cada tres, cada seis años, la historia se repite la con la depuración consensuada o forzosa de militantes que dejaron de ser útiles a los intereses de los propietarios temporales de las franquicias de los partidos políticos, y Morena no es la excepción. Decenas, quizás cientos saldrán por la puerta trasera del partido del presidente, y por supuesto cambiarán radicalmente su discurso, reconociendo su “mea culpa” por haber apoyado a López Obrador, y así poder seguir vendiéndose al mejor postor, para continuar su modus vivendi a costa de las arcas de la nación.
Sin embargo, conociendo del cinismo de los próximos expulsados del “big brother de Palacio Nacional”, se asumirán como víctimas de las jaurías obradoristas que pretenden impedirles su participación con piso parejo, y una competencia “justa” para contender por la candidatura presidencial en la elección 2024, olvidando que carecen de autoridad moral para pedir, exigir trato justo, cuando durante cuatro larguísimos años han sido cómplices y defensores de las injusticias de López Obrador, que ha conducido a millones de mexicanos al borde de la miseria, a cientos de miles de hogares enlutados por la violencia solapada, a más de un millón por el colapso del sistema de salud y un interminable éxodo hacia el vecino país del norte.
Los expulsados sentirán en carne propia la vendetta del presidente, mientras sus antiguos correligionarios guardarán silencio cómo en el poema del dramaturgo alemán Bertolt Brecht: “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista; cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata; cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista; cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío; cuando finalmente vinieron a buscarme a mi, no había nadie más que pudiera protestar”.
Sin excepción, los integrantes del gabinete presidencial, gobernadores, legisladores, alcaldes de Morena, y sus pares de partidos políticos aliados, son y seguirán siendo cómplices de un individuo, cruce de superhombre y bufón, el caudillo que hace y deshace a su antojo, inspirado por Dios o por una ideología en la que casi siempre se confunde el socialismo y el fascismo y se comunica directamente con su pueblo a través de la demagogia, la retórica, espectáculos multitudinarios y pasionales, que le bastaron sólo cuatro años para destruir este gran país llamado México.

Hasta que la complicidad los alcance…