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Cultura para inconformes…
David Eduardo Rivera Salinas

Cómo enfrentar y sobrevivir al 2023.

El año 2022 terminó en medio de grandes y graves problemas para el mundo: una guerra próxima a cumplir un año, alteraciones imparables del clima, así como los efectos y secuelas de una pandemia sin fin; para nuestro país también ha sido un año complejo y difícil: inseguridad y violencia, falta de oportunidades de trabajo, salarios mal remunerados, inflación y aumento en el costo de la vida; pero también lo ha sido en lo político, donde la corrupción, la impunidad y la ineficacia se mantienen como signos inequívocos de una marcada degradación de la vida pública.

Pareciera que hemos vivido uno más de los años complejos en los últimos tiempos, y vaya que hace tiempo en que nuestro país vive con la agitación incesante entre derecha e izquierda, entre resistencia y cambio, entre apertura y cerrazón, y polarización entre proyectos opuestos de nación.

Sólo la relativa pausa del fin de año nos permitió aplazar un poco, que no olvidar, nuestros deseos y aspiraciones para enfrentar un nuevo año en mejores condiciones para ésa búsqueda irrenunciable en el aumento del nivel de vida, siempre más elevado, luego siempre inalcanzable y con la conciencia de que nuestra calidad de vida se encuentra si no en descenso, sí en parámetros diferentes a los que tenemos derecho y que la política y los políticos nos han arrebatado con arrogancia y sin pudor, a veces de forma silenciosa y en ocasiones, de un solo y certero golpe.

No tenemos tiempo para nada es una expresión cada vez más común en nuestra vida cotidiana, aunque en realidad con ella queremos decir que no tenemos tiempo para hacer lo que realmente quisiéramos hacer; pero una reflexión más profunda nos muestra que muchos de nosotros no sabemos definir, con mayor precisión, qué es lo que realmente queremos hacer de nuestra vida más allá de decir que estamos inconformes con vivir como vivimos o haciendo cosas diferentes a las que hacemos.

Es nuestro deseo pues, que al inicio de este nuevo año, nos detengamos a pesar un poco, a reflexionar sobre eso que llamamos el sentido de nuestras vidas, no sólo en el plano de la vida privada, sino también en los diversos campos de la vida social, como la política, la economía, la cultura, la ciencia, pero también el arte, la literatura o la música; con el propósito de enfrentar en mejores condiciones estos tiempos del absurdo que también algunos llaman de pensamiento débil y fragmentario, de sociedad líquida y cambio de época, y visualizar el para qué de muchos de nosotros que compartimos un denominador común: la idea de alcanzar una vida plena, justa y digna, para entender al final aquello por lo que bien vale la pena vivir la vida y ser, por qué no, razonablemente felices.

Cómo enfrentar el 2023 puede ser una buena pregunta para reflexionar esa máxima de que nadie puede ser juez de su propia causa pero sí debe serlo de su propia vida, siempre en relación con la garantía real y efectiva de los derechos que protegen la autonomía de cada persona para vivir conforme a sus propias decisiones, pues no podemos decirle a alguien cómo debe vivir, pero sí podemos exigir que todos tenemos la oportunidad de elegir con libertad y que nuestras decisiones personales deben ser valoradas y respetadas.

Darle sentido al nuevo año es abrir la perspectiva del sentido humano en un momento social y político muy complejo, donde diversas manifestaciones negativas modifican nuestra visión del mundo; pues sin sentido no se puede vivir (vivir bien al menos), donde el sentido simboliza el bien, en este caso muy dañando por las actuales circunstancias de la sociedad, pues las personas damos sentido a nuestras vidas desde nuestra propia, muy particular y singular experiencia de finitud y contingencia en el mundo, un mundo dominado cada vez más por la violencia e inseguridad, por la pobreza, no sólo económica sino de pensamiento y de acción, sino también por toda forma de dominación social, política y cultural.

Cómo enfrentar, sobrevivir y dar sentido al 2023 exige de nuestras definiciones, pues como bien lo escribió Sócrates: lo que no tiene sentido no tiene valor: no es digno de estima.