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Lamentable decisión.

Por: Juan Carlos Girón Enriquez.

Desde que Yazmín Esquivel Mossa hizo público su interés por presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación, salieron a relucir sus vínculos con el gobierno federal, que no eran un secreto pero que no resultaban del todo favorables para garantizar la autonomía del Poder Judicial en relación con el Poder Ejecutivo.
De por sí, durante la presidencia de Arturo Zaldivar fue, en ocasiones, difícil saber donde terminaba el poder ejecutivo y donde empezaba el judicial, hubiera sido aún más complicado separarlos siendo una de las recomendadas de AMLO la presidenta de la SCJN.
Cabe señalar que no tiene nada que ver el hecho de que sea mujer, ese es el dato menos relevante en esta discusión, lo preocupante, dada la situación que impera en nuestro país es la nula separación de poderes.
La elección de quien ocuparía la presidencia provocó muchas expectativas y que haya quedado una mujer con la trayectoria de la Ministro Piña genera expectativas aún mayores de que se pueda recuperar la independencia del Poder Judicial.
Regresando al tema de Yazmín Esquivel, todas las noticias que surgieron en torno a la manera en la que obtuvo su título era la oportunidad de ir marcando un alto a los constantes ataques del presidente en contra de la educación superior.
La UNAM tuvo la oportunidad en sus manos de demostrarle al presidente que sus recomendados no son las personas más aptas para ocupar los espacios para los cuales los designó, pudo haber sido una gran oportunidad para demostrarle a la sociedad la verdadera autonomía de la Máxima casa de estudios pero dejaron ir esa oportunidad.
Las y los universitarios nos hemos quedado con un mal sabor de boca. ¿Cómo puede decir, la mejor universidad del país y una de las mejores a nivel América, que no tiene los mecanismos para invalidar un título cuando se ha demostrado el plagio de una tesis? ¿Porqué aventar la bolita a la Secretaría de Educación Pública, que sabemos hará lo que el presidente le ordene sin cuestionar nada? ¿Porqué no asumir la responsabilidad que le corresponde y aplicar la ley?
Una vez más se ha demostrado que pudo más la presión política que la justicia, la impunidad sigue imperando en nuestro país, se ha puesto en entredicho el prestigio de la UNAM y se deja que alguien que maliciosamente obtuvo un beneficio de la comisión de una falta o un delito siga ejerciendo una profesión que no debería ejercer.
Hay muchos momentos, a lo largo de la historia de la UNAM en la que sus autoridades, con el respaldo del cuerpo docente, alumnado y trabajadores, han sido ejemplo de dignificación y fortalecimiento de luchas y demandas sociales. Hoy, cuando la voz de muchos universitarios, ex universitarios y sociedad en general se alzó para exigir a las autoridades que un acto tan deleznable como el plagio de una tesis no quedara impune, se han echo oídos sordos y han dejado mucho que desear con su actuar. La historia lo juzgara, pero mientras eso sucede, la justicia universitaria y la justicia nacional están manchados por la impunidad y las decisiones que en ese órgano se puedan tomar, porque si fue capaz de plagiar una tesis y no tener el valor civil ni de reconocerlo, ni de retirarse del cargo ante la resolución por parte de las autoridades universitarias de la existencia del plagio, no podemos afirmar que, de su parte, sus decisiones sean apegadas a la norma.