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Pobreza laboral, más retrocesos que avances

Por: Claudia Anaya Mota

Uno de los desafíos más importantes no solo en México, sino en el mundo, es superar los estragos que dejó la pandemia producida por el COVID-19, que puso en crisis a los sistemas productivos, de distribución y de empleo, así como a los sistemas públicos y privados de salud y en ello, en los dos últimos años, los gobiernos nacionales han puesto sus esfuerzos para recuperar mínimamente, los niveles que existían en 2019.

Revisando los últimos datos del tercer cuatrimestre de 2022 sobre el desempeño de la actividad industrial nacional proporcionados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, es notorio que la mitad de las entidades federativas, están logrando reactivar su economía local, pero hay otras que continúan rezagadas y se corre el riesgo de que la brecha de desigualdad sea aún mayor.

Destaca que en el sureste mexicano donde se están ejecutando las obras de infraestructura promovidas por el Gobierno Federal, ya han superado los niveles prepandemia y por mucho. Ejemplos de ello, son los Estado de Quintana Roo y Tabasco, cuya actividad industrial creció por encima del 38% y 29% respectivamente.

En contraste, hay tres estados que resaltan porque su economía local no ha logrado alcanzar los niveles que tenían hace cuatro años y por el contrario, su desempeño deja saldos negativos. Esta lista la encabeza Zacatecas, cuya economía ha caído 16.6%, le sigue de cerca Colima con 16.2% y Veracruz, con 7.9% de decremento. Las causas de este saldo negativo son multifactoriales, pero es urgente que los gobiernos locales cuenten con un diagnóstico preciso y establezcan medidas de recuperación, porque quienes padecen las consecuencias de ello, son las familias más pobres.

Siempre es una buena noticia que la actividad industrial y los empleos formales aumenten en México, sin embargo, debemos ir más allá, debemos revisar si la calidad de los nuevos lugares de trabajo están brindando bienestar a sus empleados de tal forma que les permita lograr un avance sustancial para dejar atrás las carencias fundamentales como la alimentación; me refiero a un indicador de análisis económico llamado “pobreza laboral”, que da muestra de si el ingreso derivado de un empleo formal, es suficiente para alimentar a todos los integrantes de una familia y en este sentido, el resultado es desalentador.

El Instituto Mexicano de la Competitividad, concluyó que al cierre del año pasado, la pobreza laboral alcanzó el 40.1% y si comparamos la cifra con 2019 (antes de la pandemia), en ese año había 38.1% de trabajadores en esa condición, estamos hablando de un incremento de 2% de familias que aún con empleo formal, siguen sin comer adecuadamente.

Este problema se agrava en las poblaciones rurales, como la que habita mayormente Zacatecas y si a ello, le sumamos también el fenómeno inflacionario, los aumentos al salario mínimo que ha promovido el gobierno federal, se pulverizan, a tal grado que la pobreza laboral se ha incrementado 5.3% en nuestro estado, ocupando nuevamente el nada honroso primer lugar de los estados con mayor atraso, seguido de Colima que tuvo un crecimiento de 1%.
Lo cierto es que en Zacatecas estamos enfrentado graves problemas que se han acentuado en los últimos años y es que estamos viviendo tiempos inéditos donde nuestra gente vive inmersa en el miedo y la inseguridad, provocando el desplazamiento forzado y voluntario, no solo de personas, sino también de empresas.

Es necesario que haya señales claras de actuación, de prevalencia del estado de derecho y de garantía a la inversión local, nacional y extranjera, para que, en equipo, podamos superar esta situación que deteriora la calidad de vida de quienes vivimos en Zacatecas.

*Senadora de la República.