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Esperanza

por Horacio Zaldivar

A mis amigos que hacen posible este ejercicio periodístico

Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo

Arthur Schopenhauer

En México desde principios del siglo pasado hasta la fecha, la esperanza nunca había estado tan presente en la boca y mente de millones de mexicanos como ahora.

Desde el más miserable hasta el acaudalado empresario lleva consigo la esperanza como último aliciente para seguir adelante en un país violento y empobrecido de más.

El padre de familia que conserva la esperanza de poder abandonar su lugar de residencia ante la cruel violencia que amenaza a sus familia las 24 horas del día, los 365 días del año, sin esperar nada del gobierno que se ha convertido en parte de los generadores de violencia y terror.

La madre que su hijo, hija padece cáncer, no pierde la esperanza que un día, lo más pronto posible, el gobierno se digne adquirir y surtir los medicamentos que puede salvar la vida de su hijo; a pesar de la negativa del Estado mexicano, conserva la esperanza en cada amanecer que saldrá a buscar el medicamento salvador y lo encontrará.

Los padres y madres buscadoras no pierden la esperanza de encontrar a sus hijos desparecidos por la delincuencia o el Estado, vivos o muertos.

Cada día hurgan en una y otra morgue con la esperanza de indentificar entre los cadáveres no reclamados a sus hijos o familiares, también lo hacen rascando la tierra hasta sangrar, con la esperanza de encontrar por lo menos un resto del cuerpo que lleva su sangre y así termine la pesadilla..

Padres, madres, abuelos, tíos y familiares cada amanecer que salen sus seres queridos a trabajar o a la escuela, principalmente cuando son mujeres, viven con el temor de que no regresen al hogar, pero también con la esperanza que no sea ellas a las elegidas por desequilibrados juniors, psicópatas, secuestradores, enfermos mentales o tratante de blancas.

La esperanza se ha convertido en un pensamiento, en un fervor colectivo que mantiene “vivos” a millones de mexicanos rehenes de criminales políticas públicas que han traído profundo dolor y enlutado a miles de hogares, mientras los responsables dedicados de lleno a saquear al país con la esperanza de no sean pillados y terminen en la cárcel como debería de ser.

Coincido con Oscar Wilde, todos estamos en la cloaca, pero algunos estamos mirando a las estrellas…