La primera error, la segunda traición a México
por Horacio Zaldivar
El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor
Confucio
30 millones de indignados, encabronados ciudadanos por la aviesa corrupción del PRI y en menor medida del PAN, debido a que sólo gobernó dos sexenios, votaron para llevar a un resentido social, rencoroso y vengativo a la Presidencia de la República, que ha dado muestra fehaciente de su incapacidad para gobernar, sólo para insultar a quien piense diferente a él.
Las mentiras repetidas una y mil veces para convencer a un electorado agraviado que “él era la solución a los problemas del país”, que de llegar a la Presidencia eliminaría de tajo la corrupción, en los hechos nada fue cierto, todo lo contrario, como nunca la corrupción se enseñoreó y literalmente hablando arrasó con todo los fondos, fideicomisos, ahorros y recursos públicos bajo el hipócrita argumento: “no somos iguales”.
El Estado mexicano sucumbió ante su autoritarismo y narcisismo. Agredió por igual a instituciones que al Poder Judicial de la Federación. Utilizó a sus más allegados para conseguir privilegios y complicidades para después traicionarlos, como lo hizo con su su primera esposa Rocío Beltrán Medina, con su subordinada Beatriz Gutiérrez Müller, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal entre otros.
Antes de asumir la Presidencia, apodó a un grupo de magnates con el mote de “La Mafia del Poder”, al que responsabilizó del presunto desvío del rumbo del país hacia una derecha corrupta; precisamente fue con este grupo de empresarios con los que se alió para llevar a cabo sus obras faraónicas, y para que sus hijos por conducto de Andrés “Andy”, hicieran todos los negocios habidos y por haber, para de la noche a la mañana convertir a sus vástagos en multimillonarios.
La eterna víctima de la “herencia maldita”, se hizo acompañar de la muerte como parte del ritual importado desde Cuba, que la cubana Mayra Coffigny, cónyuge de Lázaro Cárdenas Batel introdujo en su familia, para consolidar los lazos con la isla. Casi un millón de muertos por el pésimo manejo de la pandemia del Covid, más de 170 mil por la violencia impune de sicarios de los cárteles, 110 mil “desaparecidos”, miles por desabasto de medicamentos, y hasta ahora un número desconocido de víctimas en Acapulco, lo acompañan en el último año de su gobierno, dejando tras de sí una estela de destrucción, duelo y muerte.
La Patria no es un felino, sólo tiene una vida…