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Beatriz Pagés

EN ARGENTINA, TODOS SE PUSIERON PELUCA

Para bien o para mal el 77% por ciento de los electores argentinos votaron por el excéntrico Javier Milei. La sociedad tomó las urnas y puso punto fin a veinte años de kirchnerismo.

Los ciudadanos no tenían mucho para donde hacerse. Sólo había dos opciones: votar por reciclar en el poder a un grupo de seudo izquierdistas ineptos, amantes del dinero y de las clientelas políticas o votar por echarlos del poder.

Javier Milei puede significar o no un suicidio para Argentina, pero arrasó en las urnas y ese fenómeno tiene que ser analizado por la oposición en México.

¿Por qué la campaña del candidato opositor fue un éxito? Porque se atrevió a definirse a sí mismo con frases explosivas: “Soy un liberal libertario”, “Vamos por la reconstrucción de Argentina” “El gobierno ya no será botín de los políticos y sus amigos” “ Entre la mafia y el Estado, prefiero a la mafia”, para decir que el gobierno era peor.

Milei radicalizó el discurso para que los argentinos identificaran con toda claridad quién era su enemigo. Yo puedo estar “loco”, dijo en algún momento, pero los kirchneristas te han robado todo: empleo, calidad de vida, aspiraciones, educación, salud y futuro.

Milei supo prender fuego en el ánimo social. Aprovechó el hartazgo por la inflación y movilizó a los electores. Los ciudadanos derrotaron a las clientelas políticas de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, vencieron el voto comprado, la demagogia y el engaño de los populistas.

La lección para México es simple: Se puede derrotar a Morena en la medida en que la oposición no tenga miedo de “incendiar” la indignación social. Alguien tiene que prender fuego y el pasto está perfectamente seco para que prenda.

Si el fenómeno Milei es consecuencia de la peor crisis inflacionaria y de una oligarquía vividora, aquí hay una banda de pillos que llegó al poder para desbalijar las arcas de la nación y las instituciones.

Si el triunfo del “peluca” se debió al empobrecimiento de la clase media, aquí hay millones de víctimas que pertenecen a ese sector humillado y pauperizado por López Obrador.

Si el outsider argentino pudo capitalizar el enojo y la indignación del impacto inflacionario, la oposición mexicana está obligada a utilizar los miles de muertos por el crimen organizado para refregarlos en la cara del gobierno.

Está obligada moral y políticamente -y no solo por razones de marcadotecnia- a exhibir sin piedad a los ladrones de la 4T coludidos con el crimen organizado.

Lo que hizo el Outsider fue construir una fraseología contundente con la que los ofendidos se reflejaron sin miedo y sin complejos.

Los jóvenes fueron decisivos para acabar con el kirchnerismo. Milei acaparó el voto de los menores de 25 años y de quienes acudieron a las urnas por primera vez.

El joven argentino, abandonado por el gobierno, se identificó con la contundencia de un discurso que no dejó margen a la tibieza, a la simulación o a la hipocresía.

El reto que hoy tiene la coalición Fuerza y Corazón por México es impedir que el 37% de los jóvenes mexicanos que forman parte del listado nominal sean atrapados en las redes de Samuel García.

Javier Milei es una incógnita, un salto al vacío, pero supo cómo cimbrar el corazón argentino y demostró que para salvar a un país de un populismo dictatorial y destructor todo se vale.