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Día de la mujer.
Por: Jenny González Arenas

En el marco del 8 de marzo, muchas asociaciones civiles se organizan para llevar a cabo actividades que conmemoran la lucha de generaciones de mujeres por la reivindicación de los derechos de las mujeres. Tengo que reconocer que no soy particularmente partidaria de la lucha feminista que llama a la confrontación de sexos, por el contrario, creo que la diferencia se hace en el dialogo y la colaboración.
El avance tecnológico, la apertura de los mercados, la profesionalización de la población son hechos que llaman a la reflexión sobre si sigue siendo vigente la lucha feminista, o el demonio a vencer en nuestros días es el modelo de opresión y sobreexplotación en el que se encuentra sumergida toda la población.
Cierto es que, aún en nuestros días, las sociedades más civilizadas siguen presentando problemáticas en las que las mujeres se ven discriminadas en razón de su sexo, ya sea laboralmente o en el ambiente familiar o escolar, sin embargo son patrones que se reproducen en mayor medida en ambientes de marginación y pobreza, por lo que son conductas que se perciben mas en países en vías de desarrollo, por lo que la lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres no debe parar, pero al menos considero que si debe cambiar el discurso.
Los tiempos de la confrontación y de la imposición por la vía de la fuerza del reconocimiento de los derechos han pasado, deben quedar superados, el discurso ya no debe ser mas de enfrentamiento y de menosprecio del sexo opuesto, sino que debemos comenzar a construir un discurso cooperativo, que permita que tanto hombres como mujeres asuman un rol participativo en la sociedad desde la trinchera que cada persona decida y asuma como propia, independientemente del género o el sexo que lo identifique o al que pertenezca.
La sociedad moderna se asume como una conjunto de personas individualmente determinadas que forman parte de una colectividad, cada uno con un rol específico y una función determinada dentro de esa colectividad, pero debemos asumir que los roles no son en cuanto a género o sexo, ni las funciones, mas allá de las biológicas, están ligadas a la decisión de cada persona de asumirla en la justa y debida proporción que cada quien lo decida.
Estamos pues en un momento de reflexión propositiva, en el que las mujeres y los hombres no debemos más obedecer a roles o patrones estereotipados que definen la identidad de cada uno de nosotros, por lo que una feminista tampoco debe de cubrir un perfil o un discurso específico para ser considerada como tal.
Se trata pues de sumarnos a la lucha por la igualdad de derechos, precisamente, a partir de un discurso de igualdad, pero sobre todo, de acciones que demuestren que trabajamos y llevamos a la práctica ese discurso de igualdad.
Se puede ser feminista, usar tacones y maquillaje, la igualdad de derechos no esta peleada con la vanidad o con el amor propio, por lo que una mujer no es mas o menos feminista por ser mas o menos femenina.
La construcción de una sociedad igualitaria parte de asumir que somos diferentes pero que podemos trabajar juntos, en igualdad de condiciones, ni todos los hombres son absolutamente machistas ni todas las mujeres están obligadas a ser feministas, simple y sencillamente deberíamos de asumirnos como personas y trabajar hombro a hombro para construir una sociedad igualitaria.