¿Y la corrupción en la oposición?
Por: Juan Carlos Girón Enriquez
Cuando hablamos de corrupción, normalmente nos referimos a los políticos que se encuentran en el ojo del huracán, es decir, aquellos que ocupan algún cargo público, que si desvían los recursos, que si se enriquecen bajo extraños mecanismos, que si abusan de su cargo para gastar de manera excesiva el erario público.
Nos fijamos también en el partido que representan y que los llevó al poder. Pero, difícilmente, volteamos a ver a aquellos que, disponiendo de recursos públicos, no ocupan un cargo público de elección o designación pero gastan el dinero de todos los mexicanos, como es el caso de los partidos políticos.
Los de un partido se quejan de los demás, cuando son oposición, pero en estos momentos todos son oposición de todos en un municipio, entidad federativa o a nivel nacional, ya que en alguna demarcación territorial todos son gobierno. No basta con fijarnos en quien gobierna, a veces son más peligrosos los que no gobiernan, los que viven criticando a los corruptos gobernantes cuando ellos mismos dejan mucho que desear en su actuar personal.
Dos casos muy claros que ejemplifican esta situación. Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya.
Mucho se ha hablado de los años que lleva López Obrador en campaña y como se aprovecha del presupuesto de su partido para financiar sus viajes por toda la república financiando su campaña para la presidencia disfrazado de acciones partidistas, denunciando a los políticos corruptos sin hacer pausa para analizar su propia corrupción.
Por otro lado, encontramos a Ricardo Anaya, quien, al igual que López Obrador, utiliza los recursos de su partido para financiar su campaña a la presidencia en un periodo en el que no esta autorizado, además de traicionar al país entero llevándose a su familia a vivir a Estados Unidos, lejos de la lamentable realidad que aqueja a México.
Desafortunadamente ellos son solo la punta del iceberg, lo que vemos, lo que se ventila en los medios de comunicación, porque aquello que no se ve, que no se sabe, es aun peor, porque son miles y millones de pesos los que se destinan a los partidos políticos y que mantienen cotos de poder y niveles de vida de familias sin ocuparse de la democracia, porque al menos en nuestro país, la democracia se ha convertido en un negocio rentable donde mas gana el que menos trabaja y mas explota los recursos públicos el que más convence aunque no cumpla las promesas de campaña o, inclusive, sin campaña, ya que para que los partidos políticos reciban financiamiento público no se requiere ser temporada electoral,
Docente Investigador de la Unidad Académica de Derecho de la Universidad Autónoma de Zacatecas. E-mail: giron705@hotmail.com