Skip to main content

No es un peso nada más.
Por: Juan Carlos Girón Enriquez
El incremento al transporte público de un peso puede no representar nada cuando no se utiliza el camión, pero para una familia de 4 personas que no tiene otro medio de transporte para llegar a su trabajo o a su escuela o para ir a comprar su mandado.
Entre la pobreza, la falta de empleo y lo precario del salario, un peso, es la diferencia entre comer o no comer. Así de extrema es la situación en Zacatecas. Es muy probable que para el que tiene su vehículo le preocupe más el incremento de la gasolina, pero la realidad es que a todos nos afecta, a unos más y a otros menos, lo peor que podemos hacer en estos momentos es volvernos apáticos ante la situación que aqueja a los demás, porque todos estamos sufriendo los embates de la crisis por la que atraviesa el país sin que veamos políticas claras enfocadas a la mejora ni de la situación económica y, por consiguiente, menos del transporte.
Cierto es que el incremento en el transporte público es un problema, y que ese peso es solo la punta del iceberg, lo que está debajo, lo que no vemos, pero que padecemos día a día, es más peligroso.
La mala capacitación de los choferes, la falta de orden, las malas condiciones de las unidades, la saturación del servicio, las rutas como pistas de carreras por ganar el pasaje, el maltrato a los usuarios, la falta de higiene de las unidades, el uso del celular mientras manejan, el no respetar las señales de tránsito ni las paradas, ni los horarios ni a las personas; son algunos de los muchos problemas del servicio de transporte en nuestra entidad.
¿Qué los zacatecanos no nos merecemos un servicio de transporte público digno? Trasladarse de un lugar a otro no es un lujo, es una necesidad, muchos han llegado tarde a su trabajo o a su centro de estudio por que el camión no pasa a tiempo o no se detiene o va demasiado lleno. Muchos se han lesionado una mano, el cuello, han sufrido accidentes por la imprudencia de los choferes, no hay seguro de viajero, ni siquiera boletos recibimos, pero eso sí, estamos obligados a llevar el cambio exacto para pagar nuestro pasaje porque, en caso contrario, nos exponemos a que nos maltrate el chofer o no nos den el cambio.
Es responsabilidad del concesionario, sí. Pero también lo es del Estado que, por un lado no hace efectiva la norma y por otro lado no apoya de manera adecuada al transporte público.  Ese peso debe ser un atento llamado a la sociedad en su conjunto para exigir el servicio por el que estamos pagando, para que se apoye a las familias zacatecanas, a los estudiantes, a la población que usa de manera cotidiana el transporte público.
El Estado debería hacerse verdaderamente responsable del transporte público, que la sociedad se mueva es responsabilidad del Estado, y si para ello se deben cancelar las concesiones, que se haga, y que se asuma el servicio con responsabilidad, porque de ello depende que la ciudadanía llegue a su centro de trabajo, a su escuela, a su destino, a tiempo, de forma segura, sin incidentes que pongan en peligro su salud, su integridad física y hasta su estado de ánimo.
Si el concesionario no puede con el servicio que lo entregue. Exijamos al Estado que asuma su responsabilidad, que mejore el servicio, que capacite a los choferes, que les exija que respeten las normas de tránsito y al público en general; que sean unidades dignas, que respeten el horario, que les den mantenimiento a las unidades. El pasaje zacatecano merece respeto al momento de usar el transporte público .

Docente Investigador de la Unidad Académica de Derecho de la Universidad Autonoma de Zacatecas. e-mail: giron705@hotmail.com

Leave a Reply