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Informes.
Por: Juan Carlos Girón Enriquez
En el mes de septiembre se cumple la obligación constitucional de informar, en nuestra entidad coinciden prácticamente todos los informes de las autoridades con el Presidencial, el del Gobierno del Estado, los municipios, los diputados locales, hasta la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Un mes de expectativas contrastadas con la realidad y de datos que muchos se preguntan si las acciones que representan son necesarias y obedecen a caprichos de la administración en turno.
Cierto es que, mientras escribimos estas líneas el único informe que conocemos es el de la Presidencia de la República, y que a cinco años de haber tomado posesión, las promesas de campaña distan mucho de haberse cumplido, por el contrario el contraste de la expectativa con la realidad no es precisamente alentador.
La realidad actual tiene a nuestro país y a nuestra entidad sumida en una ola de delincuencia nunca antes vista, los índices de pobreza y marginación se han disparado exponencialmente, la situación a nivel mundial no ayuda, por lo que la ola de recesión económica no es ajena a la realidad mexicana.
Es por eso que los informes o mensajes anuales de gobierno deben dejar de ser un tributo al ego y convertirse en un verdadero ejercicio de autoevaluación, poner objetivamente los pros y los contras de las medidas y acciones tomadas a los largo del año, si es necesario, corregir el camino, modificar acciones, asumir la toma de decisiones de manera tal que si algo se esta haciendo mal, deje de hacerse.
La obligación de informar debe dejar de ser el espacio de convivencia de la clase política o el escenario para adivinar escenarios sobre quienes pueden ser los próximos aspirantes a cargos públicos dependiendo del lugar que ocupen en el recinto. La obligación de informar debe tomarse como un momento de crítica constructiva, de valorar los aciertos y los errores en su justa dimensión.
No podemos pretender que todo lo que se hace es perfecto cuando no hay empleos, o los que hay están mal pagados, cuando el poder adquisitivo ha disminuido radicalmente, cuando la inseguridad aqueja de manera cotidiana el desarrollo social, por eso es que los informes parecen contar una realidad de pocos y pretenden engañar a los muchos.
¿Será una debilidad o una virtud reconocer nuestros errores? Como seres humanos, la clase política, quien gobierna, no es perfecta, pero es perfectible, y si comenzaran por reconocer lo que no se esta haciendo o lo que se esta haciendo mal sería un gran paso para poder corregir el camino.
La obligación de informar a la sociedad no debe ser tomado como una carga, sino como una oportunidad para que la clase política se acerque a su electorado, a la población que, aunque no haya votado por ellos, representa, por el simple hecho de ser un representante popular, informar de manera adecuada, oportuna y veraz abre la posibilidad de dialogo. Al hacer público su trabajo deberían también darse la oportunidad de escuchar las necesidades de la población y de adecuar su trabajo a esas necesidades porque es por la población y para la población a quien deben su trabajo.

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