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El Aborto.
Por: Juan Carlos Girón Enriquez.
Lo que esta pasando en Argentina es una llamada de atención para todos los países de América Latina. La legislación en relación al aborto en muchos países además de ser obsoleta, violenta los derechos humanos y criminaliza un problema que debe ser visto desde otras perspectivas.
El echo de que los legisladores argentinos hayan asumido un rol pasivo en cuanto a su función de legislar es preocupante, porque la labor de los legisladores no es la de dejar las cosas como están, mucho menos en un tema de tanta trascendencia en materia de progresividad de los derechos humanos como lo es el aborto.
Es importante recordarles a los legisladores de América Latina, que representan al pueblo, no a la iglesia, no a un grupo en particular, no a los intereses e unos cuantos. Ellos representan a toda una sociedad que vota por ellos y que, a través de sus impuestos, pagamos sus dietas. Es su obligación, por tanto, el adecuar la legislación, actualizarla, atender la problemática social desde el aspecto legal. Desafortunadamente, los legisladores están mas preocupados por garantizar la votación suficiente para reelegirse o para poder permanecer en el poder de una u otra forma, en lugar de atender problemas que por su naturaleza, pueden ser difíciles de discutir, pero que su legislación adecuada podía ayudar a combatir un problema de salud que ataca al sector femenino de la población.
Legalizar el aborto no significa que en ese momento todas las mujeres vayan a decidir abortar. Así como legalizar las drogas tampoco significa que todas las personas se vuelvan adictas. Ambos son problemas de salud pública y deben ser regulados en ese tenor, bajo esa óptica, como un problema que se puede prevenir.
Si los países generan políticas públicas basadas en la educación sexual de los jóvenes, concientizan al sector salud sobre su responsabilidad en la prevención de embarazos y los convocan a que, como parte de su labor diaria, realicen acciones tendientes a la cultura de la prevención de los embarazos no deseados, si se establecen estrategias para que los padres tengan las herramientas para orientar a sus hijos en lo que a sexualidad se refiere, sobre todo si se educa a los niños y a las niñas sin tabús, sin miedos, pero sobre todo, enseñándoles respeto y tolerancia entre hombres y mujeres, entonces estaríamos generando un ambiente propicio a la prevención, serían menos los embarazos no deseados y por consiguiente menos los abortos, lo que también traería como consecuencia la disminución de la cantidad de mujeres en prisión por haber abortado, propiciando así una sociedad más justa.
No se trata nada mas de prohibir porque así lo dice la ley natural o la ley de algún Dios o de permitir porque nos volveremos libertinos, se trata de buscar un justo equilibrio entre lo que, mas allá de ser un problema moral, se ha convertido en un tema de equilibrio social, de justicia, de derechos humanos y, porque no decirlo, de conflicto social.
Estar a favor del aborto no te hace un homicida, pero pretender imponer tu perspectiva del mundo a los demás y criminalizar a los que no piensan como tu si te hace un intolerante.
La labor de legislador no es criminalizar a los que sufren una problemática que la moral ha decidido ver como amoral. La labor del legislador es buscar, a través de la legislación, la estabilidad social, el respeto a los derechos humanos de todas las personas, la libertad de las personas, la sana convivencia, el equilibrio. Todo lo anterior se va a lograr el día que los legisladores asuman su papel de manera efectiva, legislen a favor de los temas que les dan miedo y que causan escozor, porque podremos estar de acuerdo o no con abortar, pero eso no significa que tenemos que imponer nuestra manera de ver el mundo a los demás. Legalizar el aborto ni te obliga a abortar ni es una invitación a que todos lo hagan; es la integración de un supuesto jurídico a la norma.

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