Política y la UAZ.
Por: Juan Carlos Girón Enriquez
Cierto es que el hombre es político por naturaleza, pero también es cierto que el agua y el aceite no se pueden mezclar, por mas que se agiten. La turbulencia de los tiempos modernos en la Universidad nos convoca a estar mas atentos a lo que sucede así como a los actores políticos en torno a los cuales gira el torbellino de información.
La UAZ, desde el pasado diciembre se encuentra en una situación crítica; bueno desde mucho antes, pero la situación se agravó considerablemente en esas fechas, cuando las autoridades retrasaron el pago de prestaciones y salarios.
Para el “rescate” de la Universidad se unieron diversos políticos para acompañar a las autoridades universitarias en una marcha en la Ciudad de México, al más puro estilo de los años 70's, cuyas consecuencias fueron la firma de un convenio que atenta contra los derechos de los Universitarios y que no cuenta con el aval del consejo universitario y por si fuera poco no resuelve el problema medular de corrupción al interior de la Máxima Casa de Estudios.
Aunque muchos me tachen de anti - universitario, tengo que decirles que las criticas y propuestas que se hacen desde esta columna y en otros espacios se hacen con toda la responsabilidad que ello implica y con la firme convicción de que no podemos permitir que sigan poniendo en riesgo la viabilidad de la UAZ por quererla convertir en un botín político.
Mientras las autoridades universitarias hacen compromisos políticos con Narro y/o con Femat, entre otros, la federación exige transparencia, la amenaza no es sino sacrificar matricula y correr maestros, la pregunta es ¿qué piensan hacer con la inflada nómina de administrativos que no están en el techo presupuestal y que claro está tampoco hacen su trabajo bien? ¿cuáles son las acciones que piensan llevarse a cabo para exigir a los trabajadores que hagan su trabajo, que amplíen sus áreas de limpieza o que limpien los baños mas de una vez a la semana? ¿por qué sacrificar a los jóvenes con disminuir la oferta educativa? No se trata solamente de someterse, sin un diagnóstico preciso a la voluntad de la federación o a los compromisos políticos pactados en fiestas de cumpleaños, sino de ser objetivos y cortar los problemas de raíz, revisar la contratación de muchos académicos profesionales que no hacen otra cosa que cargar maletines, o de muchos trabajadores administrativos que aunque sus salarios sean muy bajos no hacen su trabajo.
La Universidad no tiene que ser ajena a la política, porque eso sería antinatural, pero no por eso nos debemos convertir los universitarios en moneda de cambio mientras las autoridades tanto universitarias como locales y federales parecen repartirse el botín universitario como si no tuviera fondo. Los universitarios no debemos ser el brazo de ningún instituto político, todos los que conformamos esta universidad somos libres de opinar como mejor nos parezca y de actuar conforme a la norma universitaria pero sin someternos a la voluntad de nuestras autoridades y menos cuando no dan muestras de querer solucionar el problema de fondo.
La política interna de la Universidad debe centrarse en el trabajo académico, no en el trabajo político, en la formación de recursos humanos, no en el acarreo de votos, en la creación de conciencias críticas, no en la pérdida de la voluntad y la individualidad para convertir a los alumnos en borregos. La incursión de la política externa en la vida interna de la Universidad es como la contaminación que urge detener.