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Marchas en el nuevo gobierno.

Por: Juan Carlos Girón Enriquez

La nueva administración federal ha iniciado con el pie izquierdo, a pesar que hay mucha gente que la defiende ciegamente, porque tienen la esperanza de que este es el camino para cambiar las cosas; sin embargo, resulta complicado pensar que cancelando licitaciones, haciendo adjudicaciones directas, o evadiendo a la prensa o amenazando a los que se atreven a cuestionarlo, inclusive, insultando y generando división en la población del país.
No se trata de chairos contra fifís o del color de la piel o del nivel de ingresos, se trata de dignidad, de respeto, de dejar atrás la campaña y asumir que el gobierno es para toda la población y no solo para los que votaron por el o lo acompañaron a lo largo de sus tres campañas electorales.
Resulta no tan difícil de creer que un presidente logre que la ciudadanía se manifieste en su contra, tampoco que lo hagan en el corto tiempo que tiene de haber llegado al poder, lo que si es inconcebible es la incapacidad del Presidente para asumirse como un presidente de todos los mexicanos y dejar de separar a los buenos de los malos, a los fifís de los chairos, al pueblo bueno del malo, y menos cuando ha declarado públicamente que no perseguirá a los corruptos porque esta dispuesto a perdonar, al margen de la ley, al margen de todo procedimiento, al margen del Estado de Derecho.
Las marchas siempre son un espejo que refleja las entrañas sociales, por mas que pensemos que son orquestadas, dirigidas, manipuladas o manipulables, es demeritar el criterio de la población, menospreciar la capacidad de decisión y la independencia de las personas para tomar sus propias decisiones de ir a donde la causa los convoque.
Una marcha o varias, como las del pasado fin de semana deben ser un indicador cuyo análisis es obligado, porque comienza a dejarse sentir la inconformidad social y si no se presta la debida atención y se sigue menospreciando la opinión contraria, entonces corremos el riesgo de que el presente gobierno se convierta, al igual que los anteriores, en un gobierno de unos cuantos para unos cuantos, con la diferencia de que las anteriores administraciones utilizaban un discurso de integración, simulaban gobernar para todos y la presente administración, descaradamente, gobierna para unos pocos y no tiene el mas mínimo empacho en reconocer que los que están en su contra no le interesan.
Veremos mas marchar a lo largo de este sexenio, porque lamentablemente las cosas no parecen cambiar. Las políticas públicas de dadivas, de repartir dinero, de comprar votos con programas sociales solo han cambiado de nombre y se han descarado, no hay mucha diferencia de los gobiernos del antes y el gobierno de ahora, el problema es que las consecuencias ya las sabemos, la inflación, el endeudamiento, el nulo crecimiento económico y la falta de desarrollo serán las constantes si las cosas siguen como hasta ahora, porque la realidad es que no han cambiado, ni cambiarán; los apoyos sociales solo cambiaron de beneficiario y de mecanismo de adjudicación, se han perdido muchos empleos y se ha sacrificado a la mano de obra calificada, a los que realizan trabajo intelectual en el gobierno y los orillan a dejar al Estado para irse a la iniciativa privada, en medio de insultos y ofensas por no permitir que su trabajo, para el cual se capacitaron arduamente se vea menospreciado.
No podemos culpar a un profesionista que se desvelo muchas noches muchos años para obtener una licenciatura, maestría y doctorado para aspirar a un mejor nivel de vida por querer tener un buen salario, porque esa es la cultura que se debería de premiar y reconocer, la del esfuerzo. Por el contrario, esta administración esta premiando al que no se esfuerza, al que no lucha, el que no tiene aspiraciones, porque según el Presidente, las oportunidades se le han negado, cuando la realidad es que las oportunidades hay que buscarlas, ahora se reconoce la cultura del menor esfuerzo. Lamentable pero cierto.