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“EL APELLIIDO” segunda parte

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)

www.lamaddalenaedi.blogspot.com

Nota inicial: La historia es completamente producto de la imaginación de la Mada, cualquier parecido con la realidad sería una absurda y maravillosa coincidencia.

El mentado José Pérez (volvemos a pedir disculpas a todos los José Pérez de este país) era un sujeto nada singular, nada original, bastante corrupto, bastante chaparro, le olía mal la boca y las uñas las traía generalmente largas… sucias, esto lo justificaba diciendo que era guitarrista de flamenco, la verdad, lo único que había tocado era dinero ajeno y aquí es justo donde entra Tadea.

Decíamos pues que las reglas del apellido Piñón eran muy rígidas y muy estrictas. Únicamente un heredero de apellido Piñón podría recibir la herencia del tatarabuelo de Tadea, sin embargo Tadea era la única descendiente, está de más decir “viva”, de la dinastía Piñón. Tadea había decidido no casarte y mucho menos tener hijos. Su idea inicial era dejar su herencia a una fundación pro-algo, aun no lo decidía, después apartó una importante parte para la familia de inmigrantes gallegos, como sus antepasados, que habían velado por ella cuando, se cayó de un segundo piso por estar practicando sexo sin protección, salió volando, nunca fue buena en física y la velocidad superó la distancia que había del ropero a la cama… además el imponente ventanal está abierto. El caso es que Tadea, sola en la ciudad, en el país y en la vida estaba totalmente vulnerable y desprotegida, la familia gallega, que vivía en  la planta baja y todo lo vieron, se dedicaron a cuidarla como si fuese su verdadera familia.

El azar a veces es traicionero, el sujeto, que vio pasar volando a Tadea por encima de la cama y salir disparada  hacia afuera era primo hermano del tal  José Pérez, pero no quiero manchar el nombre del amante de Tadea, de hecho ella nunca lo reveló hasta tiempo después, él y su primo hermano eran personas totalmente diferentes, de hecho Tadea le había heredado en vida a su amado amante, una encantadora propiedad en la Comarca de Compostela, a orillas del río Tambre, en  Ponte Maciera, así el sujeto del cual no mencionaremos el nombre recordaría por siempre su caminata a Santiago de Compostela… que, hasta ese momento, no habían hecho…

El amante de Tadea era un hombre recto, en el sentido de rectitud, sin malicia alguna, preocupado y siempre al pendiente de Tadea durante su hospitalización, sin embargo Tadea dejó claro que no quería verlo en tan doloroso trance, él al sentirse desesperado le contó con “punto y coma”, “pelos y señales”, “de p a pa”… la historia completa de Tadea a José López con todo y las estrictas cláusulas de su inmortal apellido Piñón. El amante de Tadea estallando en un llanto incontrolable le dijo que escuchó a los doctores decir que Tadea no sobreviviría y él nunca podría despedirse de ella. José López y sus ojitos de  zorro brillaron y decidió comenzar a conocer a Tadea, la visitó las primeras dos semanas fingiendo ser un seminarista, así le ofreció su apoyo con la intención de que ella lo tomara como confidente, Tadea, más zorra que los insípidos ojos de José López, nunca se fio de él y pidió  que se le prohibiera la entrada.

Pese a no poder entrar a la habitación de Tadea estuvo  al pendiente de su evolución, con lo olvidadizo que era con los números anotó   el número de habitación, era el 96,  como José Pérez era disléxico a veces tomaba el reporte de la habitación 96 y a veces el de la 69, entonces el día que  señora del 69 que tenía 98 años murió el dio por cierto que había sido Tadea la muerta, estaba tan contento que ni siquiera se dio  cuenta de que a Tadea ya la habían dado de alta, tres semanas antes. La perversa mente de José Pérez empezó a maquinar un plan maestro para salir de todas sus deudas, ahora solo necesitaba conseguir a un hijo. Lo del hijo no fue problema, tenía un sobrino igual de corrupto y tonto que él, y por cierto, bastante grande para ser su hijo.

José Pérez aprovechó  la confusión del cambio de gobierno para declararse como viudo de  Tadea y sacó un acta falsa de nacimiento de un supuesto hijo al cual bautizó como Josemi Piñón. Tramitó al  mismo tiempo un acta de defunción con un pequeño error, José nunca supo el segundo apellido de Tadea. Cuando las autoridades le informaron a Tadea del fraude no pudo hacer nada de momento, los juzgados estaban cerrados, fue en tiempos del virus que paralizó al mundo. José había alcanzado a hacer algunos trámites, como supuesto viudo aprovechando las aguas turbias, estaba disfrutando de su siempre mal habido y corto éxito, hasta ese día que, pasada la pandemia, decidió salir a pasear y  haciendo efectivo el cheque del karma que desde hace tiempo no se le había podido cargar por saldo “en blanco”, se paró como el fantoche que era a fumar su pipa delante del café que  casualmente frecuentaba Tadea.

Tadea salió del pequeño café y se paró frente del mencionado personaje. Su pequeña nariz, su barba de  candado y ese par de ojos que destellaban idiotez cada vez parpadeaban se quedaron petrificados. Tadea pudo ver como  se iba quebrando como se quiebra la tierra durante la sequía, sintió las ganas de pisar esa cara y deleitarse con su crujido como cuando era niña e iba al pueblo de su madre, pero se dio cuenta que esto solo sucedía en su imaginación, la cara de José Pérez si estaba paralizada pero no, no estaba craquelada. Tadea lo lamentó.  José casi se desmaya, ante sus ojos estaba el fantasma de Tadea, no hizo falta hacer nada más, le dio un ataque al corazón  y sus días terminaron, después de su recuperación, en  la  cárcel. Minutos después llegó corriendo el supuesto hijo Josemi y al darse cuenta de que todo se había descubierto volteó a ver a Tadea y le gritó: ¡Mamá! Está de más describir lo que sucedió con el tal  Josemi bajo la mirada fulminante de Tadea. José no era el viudo de nadie ni el padre de nadie…todo quedó claro y el dinero  de Tadea regresó.

Tadea y su amante, ahora su esposo, hicieron la tan deseada  ruta a Santiago de Compostela. Tadea con un ser dentro de su vientre caminó rumbo al centro de peregrinaje meditando sobre su futura decisión  ¿Su futura hija tendría como primer apellido Piñón o el de su padre? La pequeña cláusula que nadie leía declaraba que el día que la última heredera diera a luz a un vástago, estaría en libertad total de elegir el primer apellido del futuro heredero. Tadea respiró y siguió caminando.

Fin de la segunda y última parte apellidada como usted prefiera, pa’l caso es lo mismo.