Plan de contingencia para la educación.
Por: Juan Carlos Girón Enriquez
No cabe duda de que no todas las escuelas son iguales ni el personal ni los alumnos están en igualdad de circunstancias, así como tampoco lo están las autoridades.
Mientras las autoridades de la UNAM buscaban los mecanismos adecuados para evitar la deserción escolar, para mejorar la conectividad de los alumnos y generar las condiciones para implementar mecanismos de educación a distancia adecuados para no bajar el nivel educativo de la Máxima Casa de Estudios del país, las autoridades de la UAZ se han mantenido al margen y obligado a los docentes a buscar, por sus propios medios, la forma, ya no de mejorar el nivel educativo, sino el de salir de paso y concluir el semestre como puedan.
Las autoridades en la UAZ han sido omisas en orientar a los docentes sobre la tecnología al alcance de todos para poder llevar a cabo un semestre en línea, no ha habido atención directa a la problemática de conectividad de los estudiantes, ni de los mismos maestros, porque sus prioridades se han centrado en prolongar su estancia en el poder.
No debemos olvidar que la labor esencial de la Universidad Pública es la educación superior y que esa función sustantiva deberá ser el centro del esfuerzo de las autoridades universitarias. En medio de una pandemia, las autoridades universitarias de la UAZ no han elaborado una estrategia colectiva para centrar sus esfuerzos en los estudiantes.
No se han ocupado de saber si los maestros imparten o no sus clases, o si los alumnos logran el aprovechamiento adecuado en la modalidad a distancia, por el contrario, si un maestro imparte o no clases virtuales ha sido un asunto que a la Rectoría y a los Directores no les importa, a grado tal que llegan a culpar a los maestros por no impartir clases, sin preocuparse siquiera por saber si los docentes cuentan con los medios adecuados para impartir su cátedra desde casa.
Los alumnos tienen problemas de conectividad, pero no hemos sabido de que se estén mejorando las instalaciones de los centros de computo de la universidad para poder brindar un espacio adecuado libre de contagio para alumnos de escasos recursos que requieran asistir a clases virtuales y lo puedan hacer utilizando los recursos universitarios.
Tampoco hemos sabido si la UAZ y sus autoridades se han acercado a algún proveedor de servicios de internet para mejorar la conectividad o si se ha mejorado la plataforma universitaria de forma tal que no tengamos que utilizar los servicios de terceros para impartir nuestras clases, porque dicho sea de paso, las cuentas institucionales de la UAZ están por terminarse y los alumnos no tienen correo institucional, lo que limita de forma significativa el uso de los recursos tecnológicos, los pocos que tienen acceso a ellos.
La experiencia docente de estos meses en línea ha enseñado que algunos alumnos no toman con seriedad su formación porque piensan que al llevar clases en línea lo pueden hacer desde la comodidad de su cama, mientras que muchos de sus compañeros tienen que pararse en un parque público de su comunidad porque es el único lugar o el lugar más cercano con acceso a internet.
A ello le podemos agregar el incremento en problemas visuales por estar tanto tiempo frente a la computadora, tanto de docentes como de alumnos.
Ante escenarios tan disímbolos y la apatía de las autoridades, no queda más que hacerle frente a la situación con los medios que tengamos a nuestro alcance, viendo con asombro como otras universidades logran implementar estrategias y preguntándonos porque a nuestras autoridades no se les ha ocurrido nada.