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CUOTAS DE GÉNERO

Por: Isadora Santivañez Ríos

A lo largo de los años se han implementado una serie de medidas tendientes a garantizar la participación de la mujer en la vida política de nuestro país, así como su empoderamiento y reconocimiento.

La lucha de las mujeres por incursionar en el ámbito político también ha sido una constante; hoy en día contamos con un sistema de cuotas dictadas con el objeto de propiciar una participación más equitativa y justa de este sector tan representativo de la sociedad mexicana.

Hablar de la historia y logros alcanzados a lo largo de los años sería un tema meramente cronológico, por lo cual me enfocaré en los eventos más significativos que marcaron un parteaguas en la participación de dicho sector en la vida política de nuestro país, así como en las luchas que aún debemos vencer para alcanzar una igualdad sustantiva de derechos políticos de las mujeres.

Las cuotas de género han sufrido un gran número de adaptaciones en el transcurso de la historia, en 1993 inicia el trayecto con una recomendación por parte de las instituciones correspondientes para que los partidos políticos promovieran una mayor participación de las mujeres dentro de su regulación interna, a través de su postulación a cargos de elección popular; posteriormente, en el año de 1996 se estableció una cuota del 30% para mujeres, sin embargo no se instituyó una jerarquía o titularidad específica, por lo que la participación de la mujer quedó reducida a una mera simulación de apertura.

Comenzamos con un camino verdaderamente determinante en el 2002, momento en el que se fijaron sanciones a los partidos políticos ante un incumplimiento de las cuotas de género, las cuales, para ese entonces, ya consideraban una participación más activa de la mujer; para el año 2007 la cuota aumentó del 30% al 40%.

Sin embargo, ante un mundo dominado por varones, fue realmente difícil establecer medidas paritarias que no fueran esquivadas con total facilidad y cinismo, no debemos olvidar el caso de las llamadas “juanitas”, mujeres que eran ubicadas en los cargos para cumplir cuotas y que una vez electas, solicitaban licencia a sus puestos para darle entrada a los hombres, hecho indignante y lamentable, pero que abrió paso a la organización y activismo de diversos grupos de mujeres que con tenacidad y perseverancia lograron significativos resultados en pro de la participación de la mujer en la vida política de nuestro país.

No fue, sino hasta finales del año 2013, que se logró una igualdad sustantiva y efectiva, al determinar la postulación del 50% de mujeres en candidaturas propietarias y suplencias tanto por la vía plurinominal como de mayoría relativa, así como la alternancia de género; de ese año a la fecha los logros han continuado y día con día se han generado modificaciones en la conceptualización, integración y alcance de las obligaciones que tiene el Estado Mexicano en el ámbito administrativo, legislativo y jurisdiccional, conforme a la protección de los derechos político-electorales de las mujeres.

Sin embargo, por cada disputa, generalmente se encuentra un obstáculo y uno de las principales ha sido el constante intento por coartar la participación real de la mujer en la política, ya que, durante los últimos años, las cúpulas del poder, dominadas principalmente por el género masculino, al verse obstaculizadas decidieron sacrificar a las mujeres enviándolas a competir en las zonas más complejas electoralmente hablando, es decir, las mandaban a perder, para así cumplir con la cuota a la vez que impedían la igualdad sustantiva en la participación política.

Es por tal motivo que en el año 2014 se instauró una segmentación de zonas electorales de tres categorías: ganadores, intermedios y perdedores, y se especificó que en ningún caso se debe asignar a un género exclusivamente aquellos distritos (perdedores) en los que algún partido haya obtenido los porcentajes más bajos de votación en el proceso electoral inmediato anterior. Parece cómico, pero es real que fue necesaria esta regulación y a la fecha dicha segmentación resulta uno de los principales dolores de cabeza para las dirigencias de las diversas instituciones políticas al momento de designar candidaturas en los diversos estados de la república.

El día de hoy, el tema en la mesa es la paridad constitucional en las candidaturas a gubernaturas, pero ese, ese es otro tema digno de varias columnas de opinión, por lo que por el momento me limitaré a decir, aguarden, vamos por más…