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LOS JÓVENES Y LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA
Por: Isadora Santivañez Ríos

En nuestro país, la participación de los jóvenes en política se ha limitado históricamente a contribuir en las campañas dentro de las brigadas y pega de calcas, así como en la logística y el toque de puertas para la repartición de propaganda, labores altamente necesarias e indispensables para llevar a cabo una campaña, pero que no dan la posibilidad de determinar un rumbo estratégico y de operación de la misma.
Desde un punto de vista personal, considero que la falta de oportunidades para los jóvenes en el ámbito político se da principalmente porque las generaciones que nos preceden no han logrado entendernos, valorarnos, ni cautivarnos, a qué me refiero con esto, no tienen ni idea de qué es lo que nos interesa, qué tipo de causas nos mueven o cuáles son las disputas que nos atañen, no dimensionan la capacidad de organización y comunicación que tenemos y tampoco consideran que el aproximadamente 30% del padrón electoral, tiene la posibilidad de determinar el rumbo de los resultados electorales.
Generalmente, justifican o lo que es peor, confunden nuestra falta de oportunidades con el desinterés y la apatía; sin embargo, como joven les puedo asegurar que nuestra generación no es de apáticos, mucho menos de desinteresados, la razón por la que no nos motivan a seguir sus liderazgos es porque no nos ofrecen nada que realmente valga la pena.
Es decir, los jóvenes tenemos cierta aversión a los partidos políticos debido a la mala imagen de los mismos así como a la poca credibilidad de sus cuadros, además, vivimos día con día la exigencia de contar con determinada capacidad y experiencia a la par de que se nos niega y se nos aleja de los espacios en los que se toman las decisiones, somos una generación que tiene gran interés en la política, al mismo tiempo que gran desconfianza y lo que nos motiva son las causas no los logos o las marcas, es por eso que votamos o nos involucramos más con los candidatos que con los partidos políticos.
Las nuevas tecnologías nos han dado la posibilidad de contar con un mayor número de herramientas para jugar un papel más determinante en la participación política, sin embargo, hacen falta espacios, y estos a lo largo de los años se han ido consiguiendo a través de las cuotas, las cuales a nivel nacional han dado mucho de qué hablar, debido al reposicionamiento de las clases o sectores que históricamente había sido segregadas dentro de la política y que en la actualidad están marcando nuevos paradigmas y enfoques respecto a la manera de actuar dentro de la actividad pública de nuestro país, en este caso me refiero específicamente al sector de los jóvenes.
Los partidos políticos dentro de sus estatutos o reglamentos internos se han mostrado renuentes a establecer una cuota joven y cuando lo han hecho han encontrado la manera de desviar o burlar dicha cuota, debo reconocer que el Partido Revolucionario Institucional ha sido el primero en obligar estatutariamente la participación de los jóvenes en los cargos de elección popular con su llamada cuota 1 de 3, que establece que unos de cada tres candidatos deben ser jóvenes no mayores de 35 años de edad, y en el Estado de Zacatecas somos pioneros al contar con una cuota constitucional para los jóvenes, que establece que el 20% de las candidaturas de elección popular, deben ser para jóvenes no mayores de 29 años de edad.
Sin embargo, estas cuotas aún son muy ambiguas, lo que permite determinar de facto, que este sitio ganado por ley pueda ser acotado para ciertos espacios en donde los jóvenes no necesariamente deban encabezar una planilla, así como enviar a los jóvenes a competir en regiones que se puedan dar por perdidas, para de esta manera sacrificarlos y no generar compromisos reales con la juventud, es decir, se te brinda la oportunidad, pero es una oportunidad limitada o inalcanzable en hecho reales. Además, generalmente cubren la cuota de mujer y joven con una misma persona, para así “matar dos pájaros de un tiro” y lamentablemente en la mayoría de los casos las oportunidades reales no se les otorgan a los jóvenes que cuentan con trabajo de partido o ciudadano, sino que son dados a los hijos o parientes de quienes forman parte de la cúpula del poder.
Como podemos darnos cuenta, aún queda mucho por hacer, el camino apenas comienza y es necesario generar modificaciones a la ley para hacerla más estricta y clara, sin embargo, estoy segura de que el objetivo se logrará siempre y cuando no claudiquemos.