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Nuestra elección, nuestro sufragio
Dra. Verónica Arredondo*

Parece natural que si eres mayor de 18 años y te has inscrito en el padrón electoral y has conseguido tu identificación del INE, puedas acudir a las urnas y votar por quién mejor te parezca y te convenza de que será un buen gobernante, sí, parece natural, pero…
Lo cierto es que para que las mujeres pudieran ejercer el voto, montones de luchas y protestas han tenido que ocurrir alrededor del mundo, como ahora que exigimos se detenga la violencia en contra de nosotras por el hecho de ser mujeres, antes tuvimos que pugnar por los derechos políticos y ciudadanos, y no ser discriminadas por el hecho de ser mujeres.
El último país que reconoció la igualdad política entre hombres y mujeres fue Arabia Saudita. El reino saudí era el único país en el mundo donde las mujeres todavía no tenían derecho a votar ni ser votadas. ¿El año? ¡2015! Casi nada, hace apenas 6 añitos. Y si nuestros pares hombres llevaban años de ventaja en discutir, hacer leyes, romper leyes, poner presidentes, derrocar presidentes, la primera vez que una mujer pudo ocupar un escaño fue en Finlandia en 1907, lo que significa que hace apenas 100 años, la mujer, comenzó a ser considerada ciudadana.
En México, el derecho al voto de las mujeres, a nivel federal, fue reconocido y promulgado el 17 de octubre de 1953, bajo el gobierno de Adolfo Ruíz Cortines, quien lo había prometido cuando se había candidateado a la presidencia. Y lo había prometido porque diversas organizaciones feministas pugnaron porque se les reconocieran los derechos a votar y ser votadas.
La lucha por el derecho al voto, comenzó muchos años antes.
En 1916 se convocó al primer congreso feminista en la península de Yucatán, un congreso de carácter regional impulsado por mujeres líderes de opinión, en donde destacaba Elvia Carrillo Puerto, quien a la postre fue la primer diputada electa en un congreso local, aunque tuvo que renunciar debido a presiones sociales y políticas características de la época.
Lázaro Cárdenas, en 1937, envió una iniciativa de ley a la Cámara de Senadores, para que la mujer pudiera obtener la ciudadanía y así alcanzar sus derechos políticos, pero la iniciativa fue desechada. En 1946, otra iniciativa fue aprobada por Miguel Alemán, donde se estableció la participación de las mujeres en elecciones municipales. En 1953 finalmente ocurrió lo ineludible. Este hecho fue posible en parte también porque la recién constituida ONU, llamó a los países miembros de este organismo a reconocer el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres, México, fue el último de los países latinoamericanos en consolidar el derecho.
Ahora bien, como ocurre en diversos planos, que exista una ley que mandate un derecho, una obligación, que replantee un guiño dentro del sistema, ello no quiere decir que se lleve a cabo en la realidad. Porque para que de verdad se ejerza un derecho debe de existir un contexto que favorezca su operación. ¿De verdad ha habido equidad e igualdad entre hombres y mujeres las décadas subsiguientes a la década de los 50? Ni siquiera en pleno siglo XXI podemos aseverarlo, antes… ni imaginarlo.
Pero tenemos la posibilidad de que así lo sea.
Ahora que se avecina un nuevo periodo electoral en el país y en Zacatecas, tendremos el próximo 6 de junio las elecciónes más grandes en la historia de nuestro país, que podemos participar de su ejercicio democrático, creo que debemos aprovechar las herramientas que tenemos a nuestro alcance y no desperdiciar esta oportunidad. Me trato de imaginar lo que pensaban y sentían las mujeres que lucharon por el reconocimiento político de principios del siglo XX. Quizá en este momento, votar, parezca una bagatela, una minucia, un sinsentido, pero no, es todo lo contrario, votar es un hacer importantísimo, así como ser votada.
Pienso que para votar, para tomar esa decisión, una puede informase acerca de las ideas y plataforma que representan las distintas opciones que tenemos frente a nosotras. No sugiero que las mujeres tengamos que votar por las mujeres, aunque me encantaría observar una paridad en los gobiernos locales y federal, una paridad que de verdad representara la composición social y cultural de este país. Lo que sí recomiendo es votar y presentarse para ser votada.
Hace muchas décadas, para ser precisa, el 3 de julio de 1955, las mujeres mexicanas acudieron por primera vez a las urnas para elegir a los diputados federales. Anoto este dato porque cada que nosotras acudimos a votar, rendimos homenaje a aquella primera vez que la mujer pudo hacerlo. No ha sido de ninguna manera fácil acceder a este derecho, no ha sido fácil ser reconocida ciudadana. Pero ya que estamos en ello, no veo por qué no podamos hacer uso de lo que implica.
Votar, también es un ejercicio de libertad, de romper cadenas, de soñar. Tenemos que tomar decisiones y opciones que nos lleven a vivir mejor que antes, que conviertan el futuro en un lugar más humano y más dichoso. Quiero que las mujeres participemos de la realidad y su planeación porque siempre hemos estado aquí y hemos construido la mitad del mundo, o quizá mucho más. Nuestra elección y nuestro sufragio puede ser oportuno y exitoso o equivocado, pero será nuestra elección, no tenemos que dejar que alguien decida por nosotras.
Podemos acceder al futuro de muchas formas, las mujeres de la década de los 50 y años anteriores, quisieron que tuviéramos la opción de decidir en las urnas, no podemos pasar por alto eso, se los debemos a ellas y a quienes vivirán dentro de 50 años.

*La autora es profesora-investigadora de la UAZ y directora de Sin Sesgo Consulting S.C., especialista en el área de preferencias, elección social y sistemas electorales.