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Para Doña Chelo Luna, mi madre
Dra. Verónica Arredondo*

El 10 de mayo ha pasado y muchos de nosotros hemos celebrado a mamá, con todas las medidas precautorias y de seguridad ante el presente estado de alerta por la pandemia, entre bombos, platillos, abrazos y sonrisas. Mamá se lo merece, se lo merece todo. ¿Se han preguntado el origen de las celebraciones alguna vez? El 10 de mayo se celebra en México desde hace alrededor de un siglo. Se creó, importó, inventó, como una treta, una estrategia para contrarrestar la influencia de la lucha feminista en la sociedad y sobre todo en las mujeres del naciente siglo XX, allá por 1916, año en el que se llevó a cabo el primer congreso feminista, en donde destacaba Elvia Carrillo Puerto. En ese entonces, medios de comunicación, la Secretaria de Educación Pública y la iglesia católica, estaban alarmados por las madres desobedientes que exigían derechos y su inclusión en la política. Pero México no fue el creador del Día de las Madres, y el día no puede ser considerado del todo como una arma antifeminista, de hecho su concepción es totalmente profeminista. Ann Maria Reeves Jarvis fundó y organizó durante varios años los clubs de trabajo del día de las madres. Estos eventos tenían como objetivo fomentar la educación de las mujeres, mejorar su salud, higiene, entre otras cosas. Posteriormente, Reeves, durante la guerra civil de Estados Unidos, ideó organizar un Día de las Madres de protesta pacífica para oponerse a la guerra. Tiempo después, Julia Ward, feminista y sufragista, opositora a la guerra, escribió una potente declaración del Día de la Madre, donde llamaba a todas las madres del mundo a pensar y empatizar con otras madres y no permitir que sus hijos fueran entrenados para matar a otros hijos. Ann jarvis hija, logró que el gobierno de USA reconociera e instaurara el Día de las Madres como fiesta nacional, en honor a Ann Maria Reeves Jarvis. Después el establishment advirtió el potencial comercial de la celebración y tan tan.

Es importante tener presentes los datos históricos de los eventos que nos marcan la ruta como sociedad, para saber cómo interpretarlos y resignificar lo que haga falta, si es que lo necesitamos hacer. Hace cien años, las mujeres que vivían en ese entonces, mantenían diferentes frentes de lucha para hacerse oír, para adquirir derechos que hoy nos parecen básicos, pero que en ese entonces, ellas no tenían acceso a la educación, salud, cultura, no al menos como entendemos esos rubros hoy. Somos el resultado de generaciones anteriores que se percataron que querían un mejor futuro para sus hijas, que mostraron su preocupación por nosotras.

En mi caso particular, sé que he sido formada por mi madre, Chelito Luna, quien ha sido una madre amorosa, que me ha guiado y llevado de la mano a afrontar los retos que se presentan todos los días de la vida. Mi madre me ha respaldado y transmitido valores que han contribuido a que yo entienda el mundo y me adentre para observarlo y desentrañar la realidad. Mis abuelas, mi madre, me han enseñado las muchas condiciones y circunstancias tan diferentes que hemos tenido que enfrentar desde distintos puntos en el tiempo. Yo he entendido que mis abuelas no tuvieron las oportunidades que yo tengo, pero que si no es por ellas, yo no podría gozar ahora de lo que tengo. Mi madre también vivió bajo un contexto distinto del mío; ella, la generación de la que forma parte, ha contribuido de manera significativa para que nosotras podamos dar los siguientes pasos, los próximos pasos, que hagan del mundo un espacio más justo, con mejor condiciones de vida, con un futuro más sano, donde las mujeres no tengamos que buscar la aprobación de nosotras mismas de y nuestros compañeros.

Pienso en el artículo que escribió Jazmina Barrera, y de donde retomé los datos históricos sobre la celebración del Día de las Madres. Jazmina dice que en su casa no se celebraba el día de las madres, no se atendía ese tipo de cuestiones sino de una manera política, o eso entiendo yo. En mi caso, siempre hemos celebrado el 10 de mayo, como otras muchas fiestas que ocurren en el año. Jazmina, escritora mexicana, sin embargo dice que entiende el día de las madres desde la protesta, o que así quiere resignificarlo; el origen del día de por sí nace desde la protesta, exige el reconocimiento de las mujeres como parte fundamental de la sociedad. Esa idea definitivamente tiene que ser suscrita y llevada a la práctica.

Entiendo la diferencia de pensamientos y también las coincidencias que tengo con mi madre, sé que ella se ha esmerado para que yo pueda gozar de más derechos, que pueda acceder a una mejor educación, oportunidades laborales, libertades. Desde ahí, comprendo que el Día de las Madres no solo debe ser motivo de celebración de nuestras madres ligado a la fiesta de lo comercial sino que también debemos tener claro qué futuro debemos construir para las generaciones de mujeres venideras. El 10 de mayo también puede convertirse en un espacio para la reflexión, y esos valores, estos pensamiento que ahora tengo, las ideas, no serían posibles sin la intervención de Doña Chelo Luna, sin sus cuidados, sin sus consejos. Soy la hija de mi madre, y solo decirlo me enorgullece y se lo agradezco, te lo agradezco mamá, porque siempre estuviste ahí, siempre has estado y siempre estarás.

Podemos hacer política, generar cultura, generar una sociedad más justa. Queremos el 10 de mayo para celebrar a las mamás, queremos que la maternidad no sea un lastre, queremos mejores condiciones de salud, laborales, oportunidades reales para participar en el contexto político. Queremos un 10 de mayo abierto al debate y a la construcción de la lucha feminista.

Como dije al principio, el 10 de mayo ha pasado, muchos de nosotros celebramos a mamá. Yo celebré a Consuelo, mi madre, y comencé a tramar este texto que ahora ustedes leen. Pensé que debía escribirlo así, de este modo, como una carta de agradecimiento hacia ella, de amor, de empatía, de comprensión; como un manifiesto de reconocimiento hacia mis abuelas y hacia todas las generaciones de mujeres que han luchado por un mundo mejor. No podía ser de otro modo.

Gracias mamá, gracias Doña Chelo, por ser mi madre. Ahora espero que yo, tu hija, pueda continuar con tus valores, enseñanzas y esfuerzo.

Epílogo

Desde mi ser mujer considero que las mujeres, la lucha feminista, es un punto trascendental para la construcción de la sociedad en la que queremos vivir. Celebremos todos los 10 de mayo a partir de exigir y reflexionar en torno a nuestras exigencias. ¿Qué necesitamos por lo pronto las mujeres? Para comenzar, nos necesitamos juntas, unas a otras. Nos necesitamos vivas. No necesitamos un Estado que solo remiende los desajustes sociales, las injusticias sociales, sino uno que plantee estrategias que funcionen no solo para unos años, sino para una generación, las siguientes generaciones.

*La autora es profesora-investigadora de la UAZ y directora de Sin Sesgo Consulting S.C., especialista en el área de preferencias, elección social y sistemas electorales.