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¿Qué pasará con las mujeres en Afganistán?
Dra. Verónica Arredondo

Todos los días se viven con incertidumbre, aun cuando los tengamos planeados. Nos despertamos, desayunamos, nos duchamos; comenzamos nuestras actividades, en el centro escolar, en el centro de trabajo, en el hogar.

Parece que tenemos la vida arreglada, que tenemos un plan, que vivimos en el mejor de los países. Un país que más o menos garantiza los derechos de las mujeres (podríamos vivir en Afganistán, así que no debemos quejarnos); un país donde podemos encontrar empleo (la brecha salarial entre hombres y mujeres es de -12% o 54 pesos diarios); un país que salvaguarda nuestra integridad psicológica, física, moral (durante el primer semestre de 2021 se registraron 1886 feminicidios, en el mismo periodo, Afganistán registró 216 crímenes contra mujeres); vivimos en el país de las maravillas, y aun así, creo que debemos poner atención al caso Afganistán. (Léase el párrafo en tono sarcástico)

Entremos en contexto: después de dos décadas, Afganistán será gobernado, o ya lo es, por los talibanes. Las fuerzas armadas de EEUU abandonaron el país, pero no precisamente porque los talibanes reconquistaran el ahora emirato, sino por un acuerdo firmado en 2020, el Acuerdo de Doha, donde se estipulaba el futuro de la Afganistán y la retirada de la nación americana. La realidad actual es que no sabemos cómo se encuentre la población afgana, pero lo que es seguro es que las mujeres van a tener pocas posibilidades de desarrollo, y no digo que antes tuvieran una mejor perspectiva, sino que ahora seguramente les será más difícil la vida.

México ha recibido 170 mujeres afganas, que decidieron abandonar su patria por los sucesos arriba comentados. ¿Por qué salieron de su país? Porque el ahora Emirato Islámico de Afganistán, nombre que ha adoptado el régimen talibán para Afganistán, no les garantizaba en general una vida plena. ¿En México vivirán mejor?

México y Afganistán cuenta con declaratorias internacionales para atender la violencia hacia la mujer. Los diferentes tipos de violencia tipificados hacia la mujer hace que el panorama no sea muy halagador ni para nuestras compañeras afganas ni para nosotras. Violencia psicológica, económica, emocional, física, sexual, son fenómenos con los que tenemos que lidiar todos los días las mujeres mexicanas, pero aun así, es necesario y pertinente que mostremos sororidad no solo con las refugiadas sino con las millones de mujeres que tendrán que vivir bajo el régimen talibán.

Pero tú te preguntarás: ¿Qué es la sororidad? La sororidad es un término que define la amistad y alianza entre mujeres, es un término de tipo político y social. La palabra y su significado proviene del inglés, que en los años 70 acuña Kate Millet como “sisterhood” y que años después la académica mexicana Marcela Lagarde traduce como sororidad y que ella misma define como “una forma cómplice de actuar entre mujeres”. Entonces, tenemos que ser amigas, hermanas, camaradas, de nuestras pares afganas. ¿Cómo?

Desde aquí, desde mi posición no se me ocurren estrategias, pero primero pienso en lo que los talibanes prohíben a las mujeres. Las mujeres no pueden estar en la calle sin burka ni un pariente cercano, es decir que no pueden caminar solas. Las mujeres no pueden usar zapatos de tacón. Las mujeres no deben hablar en voz alta. Las mujeres no deben ser visibles en su casa desde la calle. Las mujeres no pueden aparecer en imágenes de periódicos o publicitarias. Las mujeres no pueden aparecer en reuniones ni lugares públicos. Es decir que las mujeres son una cosa, un objeto, no existen. Y sus hogares son más parecidos a prisiones que un lugar seguro. ¿Qué podemos hacer nosotras por ellas?

Malala Yousafzai, la persona más joven en ser reconocida con el Premio Nobel de la Paz, nos ha contado acerca de las prohibiciones del talibán: “los talibanes intentaron matarme por alzar la voz sobre mi derecho de ir a la escuela”. Y es que el régimen talibán, aunque en un comunicado ha declarado que se respetarán los derechos de las mujeres, prohíbe de facto la educación de nuestras hermanas. El New York Times reporta que a los pocos días que el talibán tomo el control de Afganistán: “En Kandahar, al sur, los talibanes entraron hace poco a una oficina bancaria y ordenaron que las nueve empleadas del lugar abandonaran sus puestos de trabajo, según informó Reuters. También se ha reportado que las clínicas de atención médica para mujeres cerraron.” Además: “En Kunduz, al norte, las funcionarias del gobierno recibieron este mes la instrucción de no volver a presentarse al trabajo. En Herat, al oeste, profesoras y estudiantes universitarias fueron recibidas por hombres armados que les cerraron el paso en la puerta del campus este martes.” ¿Cómo van a desarrollarse y crecer nuestras compañeras en Afganistán?

Han habido varias propuestas internacionales para apoyar a las mujeres afganas, algunas bastante prácticas y posibles, como que los países con frontera con Afganistán abran sus fronteras a las mujeres; y otras más complejas, como usando hashtags de auxilio (los talibanes ahora controlan todo en Afganistán). A mí se me ocurren algunas.

La primera es que tenemos que informarnos bien de lo que pasa en Afganistán, no debemos reproducir información falsa, notas periodísticas de dudosa procedencia. Y si tenemos duda sobre algo, es mejor no compartirlo.

La segunda cosa que se me ocurre es que podemos exigir al gobierno mexicano que acepte más mujeres refugiadas. Contamos con mecanismos, como nuestros representantes, que lo propongan ante la cámara como un acto humanitario.

Podemos sumarnos a las diversas propuestas internacionales que ya circulan y que seguramente seguirán lanzándose conforme transcurra el futuro, porque no sabemos cuánto tiempo durará el régimen talibán en el poder ni si cumplirán las promesas que han hecho de ser una gobierno más prudente y humanos.

Nosotras conocemos nuestra realidad, sabemos que aun en un país que presume der ser una nación democrática y libre e igualitaria, las mujeres contamos con muchas desventajas respecto a los hombres. Además, sabemos que la violencia que se ejerce en nuestra contra es el pan de cada día. Tenemos que expresar nuestra solidaridad, sororidad, y nuestra ayuda con las mujeres afganas de todas las formas que podamos. Podemos comenzar con ni juzgarlas ni opinar contra sus creencias ni sus vidas. Son nuestras hermanas, compañeras, cómplices, y estamos hartas de que tanto ellas como nosotras seamos víctimas de las guerras y las disputas por el poder.