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Los Límites del Crecimiento y la imperiosa necesidad de decrecimiento

Por José Luis Pinedo Vega¨*

El precepto fundamental de la Economía de Mercado a nivel mundial, es el crecimiento económico. Precepto que ha dominado, los medios de comunicación, la opinión pública y los espacios políticos, como una categoría económica, sin el cual los políticos se sienten en la obscuridad pública.
Un pobre crecimiento económico se remarca como el presagio de un rotundo fracaso político y se anuncia como una catástrofe económica. Sin embargo, a la luz de que, la sobreproducción y el consumismo son las causas de la acumulación de gases de efecto invernadero y los cambios climáticos, debiera modificarse las pretensiones de las economías, particularmente en los países industrializados.
De hecho, este tema está apareciendo en el centro de los nuevos debates políticos. Dos pre-candidatas a las elecciones presidenciales primarias de los ecologistas en Francia, Delphine Batho y Sandrine Rousseau, evocan el decrecimiento como solución a la crisis climática.
¿De dónde bien el concepto de decrecimiento económico?
No, no afloró en la COP 26, ni en COPs anteriores. Las COPs no han cuestionado el modelo económico mundial –la economía de mercado-. Persiste el espejismo de que se puede conciliar crecimiento económico con neutralidad carbono.
El origen de, la idea decrecimiento, proviene del Reporte Meadows, publicado en 1972 para el Club de Rome, con el título los Limites del Crecimiento (The Limits to Growth). Los autores son Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Randers, y William W. Behrens III. El documento predijo la degradación del Planeta y sus recursos naturales en forma irreversible, si las actividades económicas continuaban en forma creciente.
Y es lo que se está viendo actualmente. Mientras que en términos globales hay crecimiento continuo, se han venido recrudeciendo los cambios climáticos, la contaminación del suelo, ríos, mares, océanos y el aire que respiramos- justamente las evidencias de los límites del crecimiento la degradación prevista-.
Crecimiento implica que aumente el Producto Interno Bruto (PIB) y para que aumente es necesario que la industria produzca más y para ello hay que utilizar más energía.
Si la energía fuera libre de carbono, si serían compatibles crecimiento con neutralidad carbono. Pero no es así, la contribución de las energías limpias crece mucho más lento que las fósiles, y no por falta de voluntad sino por razones físicas.
Las fuentes renovables han crecido en forma espectacular –en los últimos 10 años la energía solar ha crecido 38.3%, la eólica 15.3%-. Sin embargo, estos aumentos representan tan solo 7.1 Exajoules. (Los Exajoules son unas unidades de energía de orden macroenergéticos que permiten hacer comparaciones de todo tipo de energía. El mundo este año consumirá en total del orden de 580 Exajoules).
En contra parte a las fuentes renovables, en los mismos 10 años, el consumo de carbón, aumentó 0.9%, equivalente a 6.43 Exajoules. Esta cantidad es casi del mismo orden que el aumento en fuentes renovables.
Pero, adicionalmente, en los mismos 10 años, el petróleo aumentó 1.4% que equivale a un aumento de 19.46 Exajoules y el gas natural aumentó 2.9% que equivale a 26.79 Exajouls. Afortunadamente, el gas, que ha aumentado más, es la menos contamínate de las fuentes fósiles; pero igual que las otras, produce CO2.
En suma, el consumo de energías fósiles, -que representan el 83.3% de la energía que consume el mundo- aumentó 52.68 Exajoules; mientras que las energías solar y eólica aumentaron 7.1 Exajoules. Es decir, los combustibles fósiles aumentaron 7.4 veces más que las fuentes solar y eólica juntas. Lo que da cuenta de que las energías verdes no tienen capacidad de fungir como energías alternas o sustitutas.
Estos datos muestran que las energías solar y eólica no son alternativas. Los combustibles fósiles son realmente los únicos que tienen capacidad sobrada de sostener el crecimiento en la demanda. Por disponibilidad, por intensidad energética y por capacidad instalada. Asi que si se demanda crecimiento, la única forma de asegurarlo es con mayor consumo de energías fósiles, lo implica producir más emisiones de CO2.
Pero, alternativamente ¿Es posible vivir con menos? Por supuesto que sí. La pandemia lo ha demostrado. En el 2020 se redujo el consumo mundial de energía en 4.5% y las emisiones de CO2 se redujeron 6.3%. Esto es muy importante, el porcentaje de reducción de las emisiones es superior al del consumo de energía.
Pero, la sociedad y los medios de comunicación, les urge regresar al ritmo de vida antes de la pandemia. O sea que no se impone la racionalidad, se impone el modo de vida, esencialmente consumista.
¿A qué responde el aumento en el consumo de energía?
La población mundial aumenta con una tasa se crecimiento del orden de 1%. Pero el consumo de energía crece con una tasa de 1.4%. Es decir, la demanda de energía es superior al crecimiento de la población. Esto indica que el aumento del consumo de energía no responde estrictamente al aumento de la población.
El mercado, se anticipa a la demanda e inunda de mercancías al mundo. Y la circulación del mercado se induce mediante publicidad; esa es la función de la mercadotecnia. El 10% del PIB mundial se destina a publicidad. Y para que la gente compre se han creado una gran variedad de instrumentos financieros que hacen que la gente tenga una capacidad de compra más alta que sus ingresos –tarjetas de créditos, renegociación de créditos, créditos subprimes, … -
Y es particularmente la clase media, teóricamente la más culta o más pensante, la más susceptible de ser enrolada en la dinámica del mercado. Y por su capacidad de compra finalmente es la más consumista. Compra más de lo que necesita, desperdicia más que el promedio de la población… Y esto, es peor en los países desarrollados. Y para observar las diferencias nos podemos remitir al consumo de energía per cápita (o por habitante), porque finalmente todo lo que se consume requirió energía para ser producido.
El consumo promedio de energía a nivel mundial es 71 Gigajoules por año por habitante. Los países petroleros del Medio Oriente consumen entre 5 y 8 veces esa cantidad, Noruega y Canadá 5.2 veces, Estados Unidos 3.7 veces, La Unión Europea consume entre 1.5 y 2 veces. Mientras que en la India un tercio del promedio, y en México 0.7 veces. Una evidencia más de que el consumo es diferenciado y que no responde al crecimiento de la población.
La riqueza de los países ricos la paga o la sufre el planeta, a través de los cambios climáticos, y la contaminación de todo.
Si se redujera el consumo, se reducirían las emisiones, claro está se reduciría el PIB. Obviamente no sería racional, pedirles a los países pobres que bajen aún más su nivel de vida. Lo único factible es reducir el consumismo.
Porque no, no puede haber crecimiento económico y neutralidad carbono. Por tanto, habrá que voltear a ver el decrecimiento.

Dr. Maestro Investigador del CREN- UAZ