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Mtro. Saúl Monreal Ávila*

EL ATAQUE AL PRESIDENTE.

Amigas y amigos que nos leen, en estos días se encuentra en el ojo del huracán, sobretodo en las redes sociales, la ofensiva mediática que centra sus baterías sobre José Ramón López Beltrán, el primogénito del presidente de la república, lo cual me lleva a hacer uso de la memoria, siempre lo recomiendo, le digo a la gente con la cual tengo el acercamiento en mi trabajo diario, tenemos que acordarnos como estábamos antes y siempre tener ese precedente.
En México, antes de la llegada de la 4T y los vientos de cambio que generaron resistencia e inercias, se vivía un estado donde la corrupción y las relaciones de complicidad eran la norma y no la excepción, recordemos los años de los más grandes procesos privatizadores de México con el salinismo y la poderosa Unidad de Desincorporaciones de la Secretaría de Hacienda, solo por traer a la memoria algunos casos como las telecomunicaciones y la banca, estos procesos de privatización ante un escenario al más puro estilo neoliberal, generaron una camada de nuevos dueños del país, tal como lo ha mencionado el Presidente, sucedió ahí, la génesis de una economía oligárquica, lo que hace casi cuarenta años pasó, tiene impacto hasta la fecha, pues desde entonces los mexicanos tuvieron pocas opciones de televisión abierta con sus honrosas excepciones, escasas ofertas financieras y bancarias pues la mayoría de esos bancos pertenecen a los acaudalados que hicieron su agosto en la edad de oro de la globalización, la telefonía celular aún sigue mostrando las menores ofertas posibles ante el estrangulamiento de opciones, el mercado de medicamentos limitó su producción con subcontrataciones a empresas que a fin de cuentas terminaron asfixiadas, la industria de la minería al igual siempre estuvo maximizando y concentrando ganancias y socializando perdidas y todo esto debido a una cultura del cohecho y la negocia.
A la llegada del presidente de México en 2018, ante todos los objetivos de cambio, uno se vislumbraba con singular fuerza, la lucha contra la corrupción institucionalizada, esa corrupción en la cual desde las más altas esferas del poder político se beneficiaba al poder económico generando indestructibles lazos de complicidades. A partir de este gobierno, nadie por encima de la ley, ni familiares ni amigos, lo repitió el presidente una y otra vez, por ello, hoy que el periodista Carlos Loret emite un reportaje que, hay que decirlo, carece de fuentes contundentes, de datos y de hechos inobjetables que puedan ligar al hijo mayor del presidente con la ostentosa propiedad de una supuesta mansión en Houston y que incluso la petrolera Baker Hugues ha salido a desmentir, aclarando también que esa propiedad no les pertenece como lo dijo Loret, ni a la empresa ni a López Beltrán y que además el ejecutivo quien es propietario, que trabajó para la empresa no estuvo nunca vinculado a procesos comerciales con México.
Lo que no vemos en la investigación es rigurosidad en su análisis, no tiene el más mínimo comparativo con la casa blanca de angélica rivera, cuya seriedad en la investigación, paso a paso desglosa la red que se construyó para su adquisición y que retrata a ese México de las cúpulas y el cinismo. El México que esta 4T ha dejado atrás.

*Docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ
saulmonrealavila@hotmail.com