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EL MODELO DE LA NUEVA MASCULINIDAD

Por: Isadora Santivañez Ríos

Generalmente, cuando hablo respecto al tema de igualdad sustantiva, suelo hacer referencia a este aspecto desde una óptica femenina, ya que somos las mujeres las que estamos en la lucha de lograr las mismas oportunidades y es complejo que el sistema patriarcal alcance la sororidad desde su esencia, podría decirse que hay sociedades a las que, por costumbre y tradiciones, les es incluso imposible tener una visión equitativa del mundo y de los seres humanos.
Sin embargo, en esta ocasión quiero hacer referencia a un modelo que implica el involucramiento de los reyes patriarcas para alcanzar la consolidación de la igualdad en todas sus manifestaciones y procesos, me refiero al nuevo modelo de masculinidad asertiva, en el que muchos varones se están empezando a involucrar.
El concepto de nueva masculinidad tiene que ver con la intención y deseo de los varones de vivir en una sociedad más equitativa e igualitaria, en la que los patrones sociales no tengan una distinción de género, la cual apuesta por la horizontalidad y las relaciones entre iguales.
Es importante resaltar que, para los varones, trabajar por lograr este tipo de masculinidades, en la época actual, resulta en gran medida complejo, debido a que tienen que romper casi en su totalidad con el modelo machista que existen en todo su entorno y en cierta medida, deben traicionar a su sistema y a quienes son considerados como sus “iguales”.
Trabajar en este aspecto resulta altamente complejo para quienes desean incursionar en este tipo de modelo, sin embargo, los efectos son ampliamente gratificantes en el momento en el que comienzan a ver los primeros resultados.
En honor a la verdad, la masculinidad tradicional es irreal, ya que establece patrones inalcanzables que generalmente deben ser simulados o aparentados, provocando que los hombres vayan en contra de sus propias emociones y sentimientos, lo que genera una lucha existencial en la que el desarrollo humano del varón se ve limitado al llevarlos a mantener una sensación de insatisfacción que a la larga resulta ser tóxica y nociva para ellos.
En México, por ejemplo, mostrar las emociones de un varón puede traer consecuencias sociales negativas para ese hombre, ya que el modelo tradicional de masculinidad define la agresividad, la invulnerabilidad y el posicionamiento por encima de las mujeres e incluso de otros varones como un estándar de lo masculino.
Para un hombre en nuestro país, mostrarse sensible, débil, atento, comprensivo, cuidador o cariñoso puede traer consigo un coste social, injuria, insulto, menosprecio o humillación, y este tipo de sensaciones se asocian con el género femenino, por lo que de manera directa se marca una diferenciación de trato respecto del hombre hacia la mujer, o viceversa, por lo que los patrones de machismo y del sistema patriarcal, sellan un abismo sustancial para alcanzar una verdadera igualdad sustantiva.
Las nuevas masculinidades proponen replantear los roles sociales y generar una deconstrucción de los roles de género en la que la igualdad sea el sustento principal para alcanzar sociedades más justas y equitativas, que permitan eliminar la violencia de género, y todas las actitudes que conducen a ella, para así romper con el mito del hombre violento que todo lo puede, y dar paso a seres humanos más empáticos, solidarios y visionarios.
La horizontalidad en la interrelación entre hombres y mujeres debe marcar las relaciones humanas, entendiendo que las nuevas masculinidades buscan que cada hombre exprese su género como más le convenga y satisfaga, además pretenden visibilizar que los hombres también se ven afectados por el machismo y son víctimas de un estereotipo social que les prohíbe mostrarse a sí mismos, asumiendo que no existe una forma única de ser hombre, ya que cada persona es libre de asumirse como lo prefiera según su personalidad y esencia.
El nuevo modelo de masculinidad es un sistema complejo que pretende liberar de carga al género masculino, mientras que genera relaciones horizontales de igualdad entre hombres y mujeres, lo que también permite fluir en acciones para alcanzar una verdadera igualdad sustantiva.