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¿Reforma electoral?
Por: Juan Carlos Girón Enriquez

En el contexto de un gobierno centralista con visos de autoritarismo, el que con leche se quema, hasta al jocoque le sopla, así que toda propuesta de reforma que haga el actual presidente tiene que ser analizada con lupa.
En primer lugar, tenemos que dejar claro que una reforma electoral tiene una injerencia directa en la democracia representativa de cualquier país, por lo que modificar la estructura de los órganos que coordinan los procesos electorales y el transformar la integración de los poderes y la representatividad que se tiene, no debe ser un capricho o una decisión tomada a la ligera.
Una reforma electoral como la que diseño AMLO tiene tintes políticos peligrosos que no pueden ocultarse, menos cuando el país atraviesa por una crisis de participación ciudadana motivada por los institutos políticos y por la falta de representatividad de los personajes que viven de la política mexicana.
En segundo lugar, es importante precisar que una reforma que pretende impactar, no solo en el organismo garante de las elecciones, sino en la conformación de uno de los poderes de la unión no es una reforma electoral, sino una reforma democrática y para trastocar el pacto federal y la división de poderes se requiere de una reforma constitucional profunda que perfectamente debería saber que no pasara, para eso debió haberle servido el ejercicio de la reforma eléctrica.
Debemos llamar a las cosas por su nombre y esta propuesta de reforma es todo, menos electoral. Modificar la estructura gubernamental de los municipios, violentando a todas luces la autonomía municipal; intervenir de forma directa en la conformación de los poderes legislativos de los estados, violentando el pacto federal; trastocar profundamente la conformación del Congreso de la Unión y la esencia de su estructura, violentando la división de poderes. Cuidado, estas son solo las primeras alertas.
Un centralismo altamente unipersonal, en la figura de un pseudo mesías que pretende hacer creer a la población que su intento de reforma electoral va encaminado a fortalecer la democracia en nuestro país no es otra cosa que la intención de ir mermando las instituciones, como ya lo hizo con el Poder Judicial que se lo permitió y ahora pretende hacerlo de un solo golpe con el Poder Legislativo y con el gobierno municipal.
Estemos atentos a lo que pueda suceder, porque la democracia como la conocemos está siendo amenazada y, aunque muchos podrán afirmar que la democracia que tenemos ahora no es perfecta, también podemos decir que es perfectible, pero la propuesta que hace AMLO no es la forma de perfeccionarla sino de destruirla y eso es peligroso, porque el país que conocíamos, lleno de errores, puede convertirse en algo todavía peor.
Hagamos un llamado enérgico a nuestros representantes en el Congreso de la Unión a que frenen este descabellado atentando contra la democracia mexicana y que si existe la oportunidad de corregir errores lo hagan, pero que no amenacen con desaparecer las instituciones que tanto trabajo ha costado construir a los mexicanos.
Y si los legisladores federales hicieran caso omiso a nuestro llamado, todavía nos quedan las legislaturas locales, que deberán defender la autonomía municipal y el pacto federal, como si de la revolución mexicana se tratara, porque esta autodenominada cuarta transformación no es otra cosa que un regreso del autoritarismo monárquico, o del centralismo feudal. No podemos permitir un retroceso de ese grado.

Docente Investigador de la Unidad Académica de Derecho de la Universidad Autónoma de Zacatecas. e-mail: giron705@hotmail.com