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ZACATECAS SANGRIENTO
Por: Isadora Santivañez Ríos
Pese a que en esta columna no suelo abordar temas de seguridad, considero que en estos momentos en los que nos encontramos viviendo la mayor crisis social en nuestro Estado, es imperante hacer una reflexión respecto a la debacle que se ha generado en esta materia, tras la llegada de la actual administración a cargo de David Monreal.
Si bien es cierto que, desde hace muchos años, Zacatecas dejó de ser considerado uno de los Estados más seguros del país, la verdad es que escenas como las que hemos visto durante los últimos meses han marcado un precedente en el escaño social y nos han llevado a asegurar que contamos con los municipios más peligrosos e inseguros de México y muy probablemente de Latinoamérica. La realidad es que estamos peor que nunca y esto se siente y lacera hasta en los más recónditos espacios de nuestra entidad.
Sin afán de intentar resolver un problema que a lo largo de la historia se ha ido arraigando en México y en el mundo, deseo expresar mi más sincero rechazo a la situación actual en la que vivimos y a la manera en la que se está manejando la política de seguridad en nuestro Estado, la cual, evidentemente ha sido un rotundo fracaso.
Y no, no tenemos que esperar un año o a que se genere el primer informe de gobierno para llegar a tener una opinión objetiva y acertada respecto a los pésimos resultados de la Cuarta Transformación en nuestro Estado en materia de seguridad.
Desde cuerpos encontrados sin vida en las principales plazas de la ciudad capital, hasta jóvenes estudiantes descuartizados sin razones aparentes, mujeres violentadas y asesinadas en las calles de cualquier ciudad del Estado, cuerpos mutilados esparcidos por las principales vías carreteras, personas baleadas a cualquier hora del día en las zonas más transitadas, hombres, mujeres, jóvenes y niños siendo agredidos a punta de pistola en sus propias casas o en lugares tan inesperados y sorpresivos como las Iglesias y los lugares de esparcimiento, hasta comunidades enteras dejando su vida, sus sueños y su sustento por miedo a la inseguridad.
Zacatecas se encuentra teñido de rojo, como si aquel polémico logo institucional de esta administración hubiera sido un presagio o un aviso de lo que le esperaba a nuestro Estado una vez transferido el poder a la oleada guinda de morena.
Los zacatecanos estamos en el peor momento de la historia en materia de seguridad y lo más triste, es que la Nueva Gobernanza se encuentra ausente, perdida, viviendo en una nube de ensueño en la que echar culpas es lo único que medio saben hacer, en la que generar cortinas de humo buscando políticos corruptos sea la única respuesta que tengan ante cualquier problemática que se suscite en nuestro Estado, como si eso fuera algo realmente difícil de buscar, situación risible en realidad y que refleja de manera clara la ineptitud de nuestras autoridades.
Se siente reciente esa sensación de impotencia, sorpresa y descontento que generó uno de los primeros mensajes que David Monreal dirigió a la sociedad zacatecana tras el descubrimiento de varios cuerpos sin vida dentro de una camioneta en pleno centro de nuestra Ciudad capital, en el que, en un afán de mostrarse cercano y resolutivo ante la sociedad, terminó sorprendiendo a propios y extraños, al lavarse las manos y hablar de una llamada “herencia maldita”, supuestamente culpable de todos y cada uno de los males que nos aquejan.
Nuestro Gobernador, cual Poncio Pilatos, encomendó a nuestro pueblo a todos los santos y poco a poco se fue apagando, sus declaraciones se fueron haciendo más sobrias, al igual que su actuar, ante cada problemática social relacionada a la inseguridad en la que vivimos y a los hechos delictivos que día a día tiñen con sangre nuestras calles, fue dando respuestas más secas, pasando la batuta al primero que se le pusiera enfrente, como si tratara de evitar el tema o peor aún, a la población que le brindó su confianza.
El día de hoy, a 10 meses de su gobierno, seguimos esperando que asuma el poder y el encargo, nos urge contar con alguien que guíe el rumbo de la política social de nuestros estados. Puedo decir, dejando a un lado las marcas o los logos, incluso las críticas o señalamientos, que los zacatecanos estamos ávidos de que ejerza su poder y actúe.
Más allá de los programas de prevención del delito, de las políticas de seguridad, de las estrategias tácticas, de la agilización de la burocracia, de la profesionalización de los cuerpos policiacos, de la legislación en dicha materia y de todos los métodos que se puedan utilizar para atacar esta crisis, es necesario que se note que tenemos Gobierno, por allí, por ese punto, debemos empezar…