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NUESTROS ANCESTROS Y SUS LEGADOS CULTURALES

Por: Isadora Santivañez Ríos

Una de las tradiciones más emblemáticas y representativas de nuestro país es la celebración del día de muertos, la cual refleja nuestra historia, costumbres y parte del legado multicultural de México y algunos de los países latinoamericanos.
Esta celebración es un ritual al recuerdo y a la memoria, que representa un culto a la muerte y a nuestros ancestros, plagado de un grado de espiritualidad misteriosa difícil de entender para quienes no forman parte de nuestro andamiaje cultural.
Desde la época prehispánica, la celebración del día de muertos consagraba el retorno temporal de las almas de nuestros difuntos, quienes regresan al mundo de los vivos a reencontrarse, disfrutar y nutrirse de las ofrendas que se les coloca cómo obsequio en los llamados “altares de muertos”.
Históricamente, el 2 de noviembre se rinde honor a los ancestros que se encuentran en el mundo espiritual, con el objeto de guiarlos en su camino de vuelta a casa, es decir, a este mundo terrenal, colocándoles ofrendas con diversos significados y representaciones.
Se dice que una las características esenciales de esta conmemoración es la simbologíxa de la muerte, la cual no se distingue representando una ausencia, más bien, muestra una presencia viva, siendo la muerte un símbolo de la vida eterna.
Así de compleja y mística es está celebración, la cual a pesar del paso del tiempo, no ha perdido fuerza ni espiritualidad, las nuevas generaciones, hemos encontrado en esta conmemoración una representación a todo aquello que nos forja, que nos guía y que nos ilumina.
Cada año, muchas familias mexicanas colocan en sus hogares altares decorados con flores de cempasúchil, velas, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, incienso y un gran número de ofrendas, con el objeto de rendir un homenaje a sus muertos y con ello guiarlos en su camino al mundo de los vivos, para así, unirse en una celebración en donde los portales trascienden ambos mundos y los fusionan en uno solo de manera transitoria.
Es así, como niños, jóvenes y adultos, se unen en una misma visión y de generación en generación intentan preservar una de las tradiciones más emblemáticas y representativas de nuestra cultura.
Es nuestra responsabilidad como parte de las futuras generaciones, hacer un intento y esfuerzo por preservar nuestras tradiciones y legar una cultura llena de un gran significado.
Corresponde a los jóvenes dejar de lado la apatía y comenzar a entender que el legado nos une, nos involucra y nos marca una forma de pensamiento y de vida.
Las tradiciones no se preservan solo peque si, tienen un gran significado histórico y de entendimiento que nos permite conectar con nuestros orígenes. Y en una celebración tan importante, una de las principales características es precisamente la conexión que simboliza con nuestros orígenes.
En algunas ocasiones no logramos comprender la magnitud de su relevancia, debido a que osea nuestros ojos es efímero, pero una vez que conocemos otras culturas, que entendemos otros mundos y formas de vida, podemos atesorar momentos que nos van marcando un camino y un destino.
El mundo terrenal está lleno de simbolismos, de espiritualidad y de energía, es por tal motivo que mantenernos firmes en nuestras convicciones y raíces los permitirá conectar de manera positiva y ser generadores de el desarrollo de una sociedad más empática, respetuosa y solidaria.