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70 años de tenerte presente

Dra. Verónica Arredondo

Mi papá se llama Manuel Arredondo Miranda, nació en El Cargadero, Jerez, Zacatecas. A muy corta edad, tenía 7 años, con su familia se muda a la Ciudad de México, a un lugar que describe como ciudad perdida; me imagino que era la periferia, un barrio marginal de la capital mexicana y después al Estado de México. Trabaja desde su infancia atendiendo el negocio de comida que mi querida abuela Antonia tenía en el mercado de Tlanepantla. Crece y se licencia en economía en el IPN. Trabaja para periódico El Economista. Luego regresa a Zacatecas en donde ingresa como docente en la UAZ. Más tarde funda un despacho de contabilidad y se incorpora al Tecnológico Regional de Zacatecas, de donde se jubila como profesor.
Papá siempre ha disfrutado la lectura y escritura, fundó su propia revista Escriba de Jerez y escribió un libro: Migrantes que recoge diversos testimonios de migrantes que ha conocido a lo largo de su vida. Hace poco le pregunté que cuál era el momento más feliz que recordaba y contestó de inmediato “el día de mi boda”.
Quise comenzar con estos datos para presentarlo ante ustedes, queridos y queridas lectores. Papá cumplirá 70 años, y quiero que este texto sea una de las celebraciones que lo festejen; quiero que este texto se convierta en una carta, una misiva, un regalo.
Siempre he admirado a mi papá y sé que yo soy lo que soy en gran parte a que él participó activamente de mi desarrollo como ser humano, como mujer. Tengo una gran anécdota que describe en mucho lo que él es como persona, lo que representa para mí. Recuerdo que yo tenía más o menos 6 años, estábamos en casa, y mi papá estaba viendo el fútbol en la TV. Mi mamá había ido a visitar a mi abuela materna. Me puse a preparar agua de chabacanos y un sándwich, que le llevé en una mesita y como en ese tiempo yo veía telenovelas, le dije que ese día yo iba a ser su sirvienta. Papá de inmediato apagó el televisor y me dijo que en toda mi vida él era y sería el hombre que más me iba a amar, que me aseguraba que ninguno otro me amaría tanto como él y que ni de él, iba a ser yo sirvienta, y me tiró un rollo explicándome cosas de la vida que están de más contar aquí, pero se me quedaron muy grabadas.
Lo que quiero decir es que, todo el amor que me ha profesado mi padre, muy a su manera, no solo a mí, también al resto de la familia, ese cariño y comprensión han ido acompañados de ideas sobre el mundo que de una y otra forma, me han ayudado a crecer y desarrollarme.
Yo creo que papá es un hombre adelantado a su tiempo. Papá nos ha inculcado el respeto y el cuidado del medioambiente incluso antes de que fuera un tema de moda. Y por otro lado podría incluso considerar que las ideas que nos inculcó tenían tintes feministas, que él de alguna manera pensaba en el feminismo como una necesidad para construir una educación diferente. Papá buscó que todos sus hijos e hijas estudiáramos, que nuestra educación fuera igualitaria y justa, sin que hubiera diferencia entre mujeres y hombres, y nos formó y trato de manera que lo entendiéramos.
Yo le quiero agradecer que se convirtiera en profesor, que formara profesionistas, que inculcara el conocimiento y el compromiso en cientos de estudiantes que pasaron por sus aulas. Quiero agradecer que haya regresado a Zacatecas para que desde este lugar, transformara un poco la realidad. Quiero agradecerle que sea mi papá. Agradezco sus ideas críticas como ciudadano, su tendencia izquierdista hacia la política. Agradezco su impulso, las ganas de hacer cosas y su apoyo permanente. Las charlas y consejos que me ha dado como profesional de los temas económicos, sociales, cuando me ha ayudado a revisar mis artículos y mis investigaciones. Me acuerdo cuando me dijo que si yo podía entrar al CIDE es como si él también lo hubiera hecho, y lo hice, lo hice mucho por su porras, por su impulso.
Mi papá cumplirá 70 años y todavía tiene mucho que aportar a la sociedad, a su familia, por supuesto a mí como profesional y como persona, como hija, como ciudadana. Digo esto porque este texto no podría estar completo sino toca un punto trascendental que es de los adultos mayores dentro de lo social. El último censo de población arrojó las cifras de 15.1 millones de personas mayores de 60 en nuestro país. Ese número representa el 12 por ciento de la población total en México. En apenas 20 años, desde 1990, los adultos mayores duplicaron el porcentaje como segmento que abarcan poblacionalmente hablando. Sin embargo, pocas actividades, pocos programas sociales, los tienen contemplados. Cultural y socialmente, en el ámbito nacional e internacional, los adultos mayores han sido marginados y olvidados. Solo recientemente se ha estado intentando comprender este fenómeno. ¿Cómo hacemos para que los adultos mayores se integren al grueso poblacional? ¿Qué significa que lo logremos desde los aristas social, económico, cultural?
Me gustaría que tengamos presentes las condiciones que los adultos mayores encuentran para continuar su vida en nuestro país. 15 millones de personas tienen más de 60 años y casi ninguno tiene nada asegurado. La marginación que experimenta una persona adulta mayor resulta una injusticia. Mi papá afortunadamente cuenta con una gran base familiar. Ejerció una profesión que le aseguró su presente y además, su círculo social, el medio en donde se desenvuelve, lo acompaña incondicionalmente en su travesía por la realidad. Pero para otros adultos mayores, que viven en el desamparo, es necesario que modifiquemos nuestra forma de entender la vejez.
Mi papá fue profesor, fue un hijo que estuvo al pendiente de su mamá y papá, y ha sido un padre y abuelo amoroso y juguetón, que nos enseña que el amor es una forma de abordar los problemas.
Siempre le hablo de usted papá, pero esto se lo quiero decir así: gracias papá por ser un pilar, por estar presente en los tragos más amargos. Gracias por hablar con nosotros(as), por nunca cansarte de explicarnos cómo es el mundo. Gracias por ayudarme a entender la felicidad, la tristeza, los deseos. Gracias por ser una persona recta, cabal, honesta, aunque eso a veces no fuera cómodo para mi por ejemplo.
Deseo que estas palabras, este texto, te abracen como te abrazo yo. Y que como te abrazo yo, te abrace el viento, las ramas de los árboles, la lluvia, el sol, el sueño, los sabores y los olores. Espero que tengas todavía más días y lugares favoritos, como el de tu boda, como seguramente tendrás cientos.