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La felicidad cabe en lo sencillo

Dra. Verónica Arredondo

Cada una de nosotras tiene un concepto sobre la felicidad, una idea que más menos se modifica y adapta a las circunstancias que celebramos y padecemos. Esa idea sobre la felicidad tiene matices y solicita requisitos para amalgamarse y tomar una forma que podamos comprender y a la que finalmente se pueda acceder. De alguna manera, por ejemplo, hay fechas y días que enmarcan y mandatan un “algo feliz”. La navidad es casi por excelencia un relato que sucede y contiene la felicidad, porque el motivo implica estar rodeada de nuestra familia, amigos, seres queridos en general. El establishment lo ha entendido tan a la perfección que ha construido una parafernalia alrededor de ello y nos arroja a los brazos del consumo indiscriminado.
Hace pocos días celebré mi cumpleaños, afortunadamente pude festejarlo con mi familia, con los míos. Ocurre que somos una familia bastante unidad y nos prodigamos cariño y atenciones. Pasa que mi familia es uno de mis lugares favoritos. Agradezco entonces haber celebrado mi cumple con mi familia (lamento que mi hermano Carlos no haya estado presente). Obvio que en la celebración hubo regalos, comida, bebida, porque de eso también se compone la comunión. Pero lo menos importante era la existencia de una parafernalia cumpleañera, me bastó con las risas, los abrazos, las bromas, compartir la mesa, la charla, las miradas y saber que todas ellas y ellos, estaban ahí presentes para mí y que en la sencillez de sus palabras, podía encontrar la felicidad de la vida.
Quizá por eso decidí escribir este texto, porque he entendido que lo sencillo es lo relevante y que lo otro, lo sofisticado, que si bien resulta interesante, es ornamental y por sí solo carece de significado, es desechable y pierde su valor inmediatamente de que caduca una fecha. Sin embargo, no quiero sonar moralina ni anticuada, no soy ejemplo de nada, a mí también me deslumbran los aparadores, pero sé que ahí no se encuentra la felicidad.
No sé si me estoy explicando. Supongo que ustedes, lectores y lectoras, celebrarán la navidad en compañía de familia y amigos. Quiero pensar, porque así lo marcan las costumbres, que ostentarán sus mejores galas y los platillos más exquisitos. No quiero aguarles la noche, porque reunirse con los seres queridos es un festejo que merece todas las atenciones, solo pongo sobre la mesa una reflexión que ronda mi cabeza: me parece que lo artificial y lo superfluo en estas celebraciones son muchas veces excesivas, ¿será necesario?
Yo creo que no, yo creo que para celebrar cualquier cosa no hace falta más que una panda de locos que se quieran y abracen, que disfruten que la comida que haya y se vistan con los atuendos del diario. Creo que el consumo al que estamos expuestos nos ha llevado a tergiversar nuestro criterio y entendimiento de cómo son las cosas. Creo que el sistema de producción al que estamos sometidos, el capitalismo, implica que siempre estemos insatisfechos cuando no compramos objetos y que nuestro yo simbólico se haya atarragado de marcas y diseños. Nuestro nivel de consumo, nuestra capacidad de consumo, no tiene que ver con satisfacer nuestras necesidades básicas ni con la percepción de ingresos que ostentemos, porque siempre seremos un target, un mercado, un objetivo.
De ninguna manera estoy diciendo que no compren lo que quieran o puedan, lo que digo, es que comprar, el consumo excesivo, son un acciones que no implican necesariamente la felicidad. Lo que propongo es que no derrochemos recursos que podemos aprovechar para otros proyectos y tareas. Lo que digo es que no es importante gastar ni consumir en exceso, pero que obviamente cada uno hace lo que mejor le parece y se respeta.
Yo creo que lo sencillo es convivir con la gente que quieres, y que el resto es una especie de construcción social que puede o no beneficiarte, que puede o no gustarte, pero que aunque suene imprescindible, siempre es posible modificarla. Y aunque parezca trillado decirlo, lo digo, creo que la felicidad radica en las personas que verdaderamente deciden sí querer permanecer en tu vida y hacerse acompañar también de tu presencia, en lo pequeño, en las muestras de cariño, de empatía, en las sonrisas, en las palabras, en los gestos.
Queridos lectores, festejen lo que tengan que festejar con su comunidad, con su familia, con sus amigos. Espero que este texto les funcione para algo. Yo agradezco sus lecturas, sus comentarios, que compartan mis columnas. No es sencillo para mí escribir, pero me causa felicidad y emoción hacerlo, pensar un tema, trasladarlo a palabras, teclear desde mi computadora y compartir con ustedes esto.
No es sencillo para mí escribir, pero lo sencillo es querer que ustedes escuchen mis palabras.

Queridas lectoras y lectores deseo para ustedes felices fiestas y exitoso 2023!!