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Mi Jerez, nuestro Jerez vive en un Estado de Sitio

Dra. Verónica Arredondo

Miro mi infancia, la observo con detenimiento, hay placeres que pareciera no volverán, lugares y hechos que se quedaron para ser recordados y a los que recurro para sonreír o rememorar un suceso que vivía en mi memoria de otra forma. A veces un gesto resulta confuso, pero pasa, de lo que estoy segura es que podía salir sin miedo a las calles, sola, acompañada, de la mano de mi familia, de mis amigos y amigas. No es que piense que todo tiempo pasado haya sido mejor, porque las sociedades no se estancan, cambian, se enfrentan a nuevos problemas. No creo que el pasado haya sido mejor, por eso no pienso que el ambiente de violencia que vivimos se deba solo a la descomposición social, porque el fenómeno siempre ha estado presente. Pareciera que se nos ha impuesto esta violencia, esta violencia estructural, sistémica, pareciera que se hace con el objetivo de que no crezcamos, que no nos desarrollemos, que sobrevivamos en medio del miedo, si es que lo logramos, porque un estado así nos impedirá pensar y organizarnos.

¿Cómo se describiría una sociedad perfecta? ¿Cómo la pensamos o la intuimos? Supongo que una sociedad perfecta, ideal, sería aquella donde todas y todos pudiéramos gozar de igualdad de oportunidades, apoyados por las distintas herramientas que necesitamos para alcanzar nuestras metas. En una sociedad perfecta todas y todos tendríamos las necesidades básicas cubiertas: casa, vestido, alimentación, educación, recreación, seguridad, trabajo. Tenemos claro que no vivimos ni de cerca en ese contexto, y que parece que ni los gobiernos ni la iniciativa privada pretenden trabajar para alcanzar los Objetivos del Desarrollo del Milenio, los cuales representan de alguna manera una garantía institucional para paliar las injusticias y desigualdades.

Desde donde he vivido, fuera y dentro de mi Zacatecas querido, he observado que Zacatecas aparece en la nota roja, estelarizando el clima de violencia en el que viven zacatecanos y zacatecanas. Día sí y día también, algún hecho delictivo corre por los encabezados de los portales de noticias y periódicos, de algún lugar zacatecano. Hace pocos días se dio un hecho siniestro, un atentado que me atrevo a señalar como acto terrorista, en el centro de Jerez, donde nací. No es la labor de esta columna replicar lo sucedido, los hechos fueron contados incluso en diarios internacionales. Le Figaro, en Francia, contó así lo sucedido: Des hommes lourdement armés ont ouvert le feu dans un établissement situé dans l'État du Zacatecas, au nord de Mexico. Tristemente, confusamente, lo que se sabe de nuestro estado, en el resto del país, en el resto del mundo, es que en nuestra tierra, estamos vivos, bajo fuego, de milagro.

Desconocemos si existe un plan real, sistemático, para mitigar la violencia en Zacatecas, en Jerez. No sabemos de ninguna estrategia de seguridad, que sea integral, que no solo se trate de enviar a la Guardia Nacional, porque la seguridad no se puede delimitar a la militarización, que tampoco es que esté funcionando. No sabemos de ningún plan que incluya generar empleos, inversiones, infraestructura, que no solo se contemple continuar saqueando el suelo zacatecano por parte de las mineras, por ejemplo. Ignoramos si un hecho como el que aconteció en el centro jerezano se convierta el parteaguas para que el estado y los gobiernos estatal y municipal, por fin actúen, porque ese tipo de hechos ha venido ocurriendo todos los días. Vivimos en la incertidumbre y la tristeza y no podemos ni siquiera sentirnos seguros de día en nuestras casas.

Yo entiendo lo que es sufrir la pérdida de un ser querido, de un familiar, de un hermano, en un ejercicio de violencia, en una masacre. Lo entiendo, a mi familia, a mí, nos ocurrió con el asesinato de mi hermano Carlos. Seguimos sintiendo impotencia, coraje, enojo. No entendemos cómo y por qué ocurren matanzas en un país que supuestamente no está en guerra, en una cotidianidad que parece transcurrir de manera normal. Si lo que estamos viviendo no son atentados terroristas, no sé cómo calificar que un comando armado entre a un lugar y dispare contra clientes, músicos, trabajadores.

Gran parte de la población zacatecana, tiene familiares fuera del estado y de México, gran parte de mi familia está en Jerez, todas y todos vivimos en el desasosiego de no saber qué va a ocurrir en las calles de Jerez, en los lugares de Jerez, en los parques de Jerez. Lo que si sabemos es que habitar Zacatecas se ha vuelto peligroso, o ya era peligroso y quizá preferíamos no darnos cuenta.

Vivimos con rabia y dolor, con miedo. Me solidarizo con la gente que perdió a su gente por ese hecho violento y tantos hechos violentos, los y las abrazo. De ninguna manera merecemos lo que nos pasa. En nuestro trajín cotidiano no puede intervenir las variables matanza, balacera, secuestros. Salimos a trabajar, a la escuela, a los hospitales, a hacer la compra en el mercado, a hacer ejercicio, no estamos empeñados en ninguna actividad que implique poner en riesgo nuestra seguridad; estamos ejerciendo nuestro derecho a la vida y nos damos de topes contra la violencia.

Me uno a las voces que exigen, que estamos cansados de la violencia, indignados. Como lo dije antes, no percibimos ninguna estrategia, ningún plan, que guarden la seguridad de la ciudadanía. Tenemos comunidades enteras desplazadas. Los centros de la capital y municipios ni siquiera son lugares seguros. Tenemos embargada la seguridad de zacatecanas y zacatecanos, padecemos a todas horas atentados terroristas.

La desolación no se va a ir si no atendemos las causas. La violencia no es un fenómeno natural por más que así nos la quieran vender. La desigualdad, las injusticias, son síntomas de una estructura que no funciona y que solo atiende a las necesidades de los que más tienen. No queremos que las cosas empeoren, sino que se solucionen, y creo que como ciudadanos hemos puesto mucho de nuestra parte.

El día jueves 2 de febrero a las 5 de la tarde en la glorieta de Jerez, se hizo un llamado, donde se llevó a cabo una marcha que exige atención por parte de las autoridades del municipio, del estado y la federación. Gritamos de diversas formas Paz por Jerez, porque somos más los que estamos juntos, porque somos más lo que queremos de vuelta la tranquilidad, porque somos más los que amamos a Jerez, a la comunidad, a la vida.