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JUSTICIA

Por: Isadora Santivañez Ríos

La violencia en nuestro Estado ha sido un tema en todos los rincones, nos hemos convertido en un punto de referencia de lo que no se debe hacer en materia de seguridad, el turismo ha ido en decadencia a causa de la mala imagen que tenemos y con ello, las ventas y el comercio han sufrido graves perdidas.
A las personas les da miedo transitar por nuestro estado y hace unos días, uno de los principales reclamos al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en su visita por el Municipio de Fresnillo fue el de familiares de los desaparecidos.
Ni siquiera es necesario hablar de cifras o estadísticas para entender la difícil situación que atravesamos, basta con vivir en este estado, con escuchar las noticias, con ver las redes sociales, para dimensionar la gravedad de la situación que vivimos.
Zacatecas está a la deriva, pareciera que ha caído una maldición de la que no podemos librarnos y que consume día a día nuestro desarrollo, economía y hasta nuestra tranquilidad.
Los casos de desaparición son tan frecuentes que a estas alturas es casi imposible no conocer o tener relación cercana con alguien que ha sufrido de este delito en nuestro Estado.
Pero, cómo vamos a ser un estado seguro, si quien se encarga de dirigir los más altos niveles de la administración de uno de los municipios más importantes, es quien, al parecer, ejerce este tipos de actos de delincuencia, cómo podemos sentirnos seguros si quien se encarga de protegernos resulta ser presuntamente un asesino sin escrúpulos.
Y que difícil es si quiera escribirlo cuando durante años, su participación en la vida pública ha generado que sea conocido por todos y que los Guadalupenses lo sintamos cercano o amigo, de verdad, que difícil.
Estar en estado de shock resulta ser de lo más normal ante una situación como esta y a pesar de creer en el principio de presunción de inocencia, resulta impactante que una situación como esta, se presente en nuestro Estado y que ante todo lo que se clame sea justicia, justicia sin importar cómo, ni qué, ni quién.
Qué miedo da, pasar por lo que estamos viviendo, que difícil y doloroso resulta ver a jóvenes desaparecer, ser localizados sin vida, ser revictimizados con calumnias y finalmente, saber que su asesinato a sangre fría, fue supuestamente ejecutado por una de las figuras políticas más importantes de la entidad.
Ni siquiera considero que mencionar nombres sea necesario, porque tampoco es la intención politizar este tema tan sensible y tan sentido, mucho menos colgarse de algo que hiere hasta el alma.
Ante todo esto, la víctima, es la más afectada, la que fue truncada, la que padeció y estuvo coartada, los familiares de la víctima, quienes más dolor, frustración y coraje pudieran sentir ante tan indignante hecho. Los presuntos responsables, quienes a pesar de lo difícil e impactante qué resulte, deben vivir y pagar la condena por sus actos, y sus familiares, principalmente los más inocentes, otra víctima más.
No hay palabras de consuelo, no existe poder humano que logre borrar lo sucedido, solo queda clamar justicia y esperar que nadie sea sacrificado por proteger a los delincuentes. Justicia, justicia, justicia.