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Podríamos perder cientos de científicas futuras

Dra. Verónica Arredondo

Cuando se trata de entender cómo se genera el conocimiento en una comunidad, en una sociedad o en una nación, la verdad es que carecemos de la idea concreta de lo que acaece para que ello sea posible. Primero es menester preguntarnos para qué sirve y cómo funciona el conocimiento. El conocimiento forma parte intrínseca de la evolución de la humanidad, sin él, no hubiésemos podido alcanzar los avances sociales y tecnológicos con los que contamos actualmente; no habríamos experimentado todas las corrientes de pensamiento a las que hemos llegado para comprendernos como especie y desarrollarnos dentro del universo. El conocimiento es entonces una herramienta y un arma que nos ayuda a enfrentarnos a lo que desconocemos.

Las sociedades actuales han generado estructuras para la generación del conocimiento. la educación formal de la ciudadanía por medio de la escuela, es una de las formas que tienen las naciones para ello. La investigación en institutos y otros organismos sobre diversos temas e incógnitas, donde académicos plantean problemas y los desarrollan es una plataforma en donde se generan la mayor cantidad de conocimientos y descubrimientos que ayudan a las naciones a resolver las dificultades y contratiempos a los que día con día nos enfrentamos. Existen modos y procedimientos para continuar desarrollando el conocimiento, pero la escuela y la academia es uno de los más fundamentales.

Yo soy una académica y una científica que me he desarrollado dentro de los campos de las matemáticas aplicadas y que le debe mucho a la educación en México. Puedo decir y demostrar que la estructura escolar funciona en este país, aunque no en lo general. Agradezco haber contado con las oportunidades con que conté, me siento afortunada por haber cursado en las universidades que me abrieron sus puertas, pero, el gran pero es que reconozco que existieron y existen dificultades que podrían ser subsanadas si lo pretendiéramos, si nos lo imponemos como meta.

El sistema educativo en México muchas veces es exhaustivo, parece una carrera que desgasta para que solo unos cuantos puedan llegar a la meta. Y cuando alguna o alguno de nosotros cree que por fin se ha arribado al Olimpo, cuando creemos que hemos salido del burnout educativo, descubrimos el burnout en la investigación, en la academia, en la vida laboral. ¿De verdad es necesario que la estructura social esté organizada para que vivamos solo por medio del estrés?

Conozco a profesores, investigadores, académicos, que no dejan de laborar nunca, y que se encuentran agobiados. La nación requiere que formen a las siguientes generaciones, que fomenten el conocimiento, que sigan investigando, y sí, los diferentes gobiernos a lo largo de la historia de este país, han creado formas para que investigadores y profesores puedan dedicarse a sus tareas, pero no es suficiente.

Quizá no nos hemos puesto a pensar que podríamos vivir sin estar agotados, en un estrés constante, quizá el conocimiento y la ciencia ha volteado la mirada para percatarse de que eso es un problema muy importante que tendríamos que resolver y que si lo resolvemos podría generar dividendos que ni siquiera nos imaginamos. No estar cansados podría ayudarnos a vivir mejor y desarrollar nuestra profesión y conocimientos de una forma más útil y exitosa.

Siempre me pregunté de qué manera el estrés afectaba a mis habilidades, ahora conozco algunos obstáculos y síntomas que me impiden desarrollarme en el día a día. Otro día me di cuenta que había vivido en el estrés casi desde que ingresé a la primaria, pero no lo sabía. como niñas y como mujeres tenemos muchos más obstáculos que librar, en la actualidad esto no ha cambiado desafortunadamente. Por poner uno de los ejemplos más sosos, en algunas escuelas todavía las niñas deben llevar vestido, por el solo hecho de ser mujeres. ¿Por qué las autoridades a las que les corresponde la tarea de impulsar el crecimiento y desarrollo de las mujeres dentro de la ciencia no están haciendo su tarea?

Podrían existir políticas públicas y acciones afirmativas que coadyuven a las niñas y mujeres a que se desarrollen en los estamentos científicos, si así lo quieren, pero no existen. Nadie está volteando hacia ese lado. Y lo requerimos con premura. Porque vamos a perder a cientos de científicas futuras si no lo hacemos desde ahora.

Quizá parece que estoy hablando de dos temas distintos, pero ojo, no, van de la mano. El agobio en el que viven académicos, investigadores, científicos, hace que la generación del conocimiento, la educación de las generaciones venideras, ignore que la perspectiva de género bajo la que supuestamente se rige el país, simplemente no exista. Cualquiera dirá que si una niña quiere convertirse en matemática, que lo haga. No es tan simple. Mucho menos en nuestra sociedad mexicana. Ser científico es complicado; ser mujer que quiera dedicarse a la ciencia, es casi paradójico.

El agobio estructural bajo el que nos desarrollamos nos hace que vivamos con una venda en los ojos, la indiferencia con la que vivimos no es algo que hagamos a propósito, y ni siquiera nos hemos dado cuenta. Tenemos que ponernos a repensar el futuro que queremos respecto a miles de problemas, como nación, como sociedad, necesitamos y podemos tomar cartas en el asunto. Creo que podemos resolverlo.

Y creo que podemos resolverlo porque para eso nos tenemos los unos a los otros, las unas a las otras y porque no nos queda de otra. El futuro tiene que contar con mujeres y hombres trabajando para bienes comunes, y el conocimiento se tendrá que desarrollar bajo esa perspectiva o quizá nos extingamos.

De momento, la mayoría de las y los estudiantes, las y los profesores, se encuentran de vacaciones. ¡Que disfruten muchísimo!