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La larga sombra de la depresión

Dra. Verónica Arredondo

Hace unos días se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que es una patología vinculada con la salud mental que afecta a niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores, de cualquier color, religión, nivel social. En 1992, la Federación Mundial de Psquiatría, estableció la conmemoración el 13 de enero con el objetivo de visibilizar y concientizar a la población sobre la enfermedad, además de promover la compresión de las personas que la padecen e impulsar el estudio de la misma en todos los niveles.

De acuerdo con la OMS, la depresión es un trastorno mental que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Las causas exactas que provocan el padecimiento no se conocen, aunque existen factores que contribuyen a su aparición. Se sabe que una serie de circunstancias sociales, psicológicas y biológicas, dan cabida a la aparición de esta enfermedad.

Los rasgos que caracterizan la depresión, van desde la tristeza permanente, pérdida de interés en las actividades cotidianas, aislamiento, falta de apetito, trastornos del sueño, cansancio, etcétera. El National Intitute of Mental Health, señala que todas las personas pueden sentirse tristes o decaídas de vez en cuando, pero estas sensaciones suelen desaparecer con el tiempo. En el caso de la depresión no es tan sencillo. Los síntomas, la tristeza, el insomnio, la inapetencia, se agravan, hasta un grado imposible de sobrellevar. Además, la depresión se puede encabalgar con otros padecimientos como la diabetes, el cáncer, el dolor crónico, alguna enfermedad cardíaca, lo que genera que estos empeoren.

La depresión puede ser diagnosticada. Para ello es necesario acudir con un especialista cuando el enfermo presente algunos de los síntomas durante un tiempo prolongado. Por supuesto que de acuerdo con la edad, las personas suelen comportarse de distintas formas. Algunas señales de la enfermedad pueden ser la irritabilidad, el cansancio extremo, la ansiedad, trastornos alimentarios, una baja autoestima. Esto se puede identificar y encontrar en personas de cualquier edad.

Como lo dicen los especialistas, aunque no hay causas exactas que generen la depresión, sabemos que todas las personas estamos propensas a padecerla. Los fenómenos sociales como la inseguridad, la falta de empleo, la falta de servicios, son factores que también contribuyen con ello. La violencia que se presenta en nuestras comunidades son otra veta donde hurgar. En esos casos, se hace necesaria la presencia del Estado para que contribuya en su ejercicio a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. Asimismo, el Estado, también debe contar con servicios de salud de primera calidad y al alcance de toda la gente, para que, en el caso de la depresión, se detecte, se diagnostique y se lleven a cabo los tratamientos pertinentes.

De nuestra parte, la sociedad, la comunidad, la familia, debemos estar al pendiente cuando uno de nuestros familiares, amigos, compañeros de escuela o trabajo, presenten síntomas depresivos. Quizá pensemos que la tristeza, el agobio, el estrés son el pan de cada día, y podemos estar en lo correcto, pero no lo tenemos que pasar por alto. Tenemos que ser empáticos, comprensivos. Una de las cualidades de la depresión es que la persona que la padece se aleja de todo aquello que antes le gustaba, deja de querer las cosas que antes quería, se aísla, descuida su salud, sus necesidades, su limpieza personal. Descuida sus pasatiempos, su trabajo, su familia. Es como si esa persona gradualmente dejara de ser la persona que su entorno conocía.

Como ya se dijo párrafos antes, la depresión es la combinación de factores, pero esos mismos factores no son concluyentes para todo mundo. Aunque la depresión no es hereditaria, hay cierta predisposición y vulnerabilidad entre padres que la padecen hacia los hijos, pero esto tampoco es determinante. La Doctora Eva Trillo, especialista en medicina familiar y comunitaria en el centro de salud Campo de Belchite y vicepresidenta de SEMERGEN Aragón, dice: “Determinar la contribución genética de la depresión es muy complicado. Posiblemente, contribuyen múltiples genes junto a la importante influencia de los factores ambientales”.

Hay algunas cosas claras respecto a la depresión. La depresión es un padecimiento, una enfermedad, no es un estado emocional, ni un sentimiento, ni se puede controlar a voluntad. Como enfermedad tiene que ser tratada por especialistas después de haber sido diagnosticada. Quienes la padecen tendrán que seguir las indicaciones médicas. La depresión es un problema de salud pública, un padecimiento de la comunidad, los pacientes no tienen que encontrarse aislados ni enfrentarse solos a los problemas que les acaecen. Como sociedad tenemos que ser sensibles y empáticos hacia nuestros semejantes, la gente con depresión nos necesita, debemos ayudarlos.

En lo particular, creo que si una persona nos dice que está deprimida, debemos escucharla, apoyarla, acompañarla desde nuestras posibilidades. También en lo particular, considero que el Estado y sus instituciones deben ser conscientes sobre esta enfermedad y estar presentes en los sectores que les corresponden. Los centros de trabajo deben de reconocer que sus trabajadores pueden padecerla, ofrecer mejores condiciones laborales es algo que pueden hacer los empleadores.

Más que obligación, creo que tenemos derecho a ser bondadosos y a la camaradería. Es nuestro derecho velar por el bien de la gente que nos rodea, y que la gente que nos rodea, también nos sostenga cuando caemos. Podemos comenzar con esa reflexión este año: tenemos derecho a hacer el bien.