La desconfianza en la tecnología.
Por: Juan Carlos Girón Enriquez
La tecnología puede tener usos buenos y no tan buenos, eso depende de las manos en las que se encuentre y los objetivos con los que se quiera utilizar.
El proceso electoral de 2024, por su complejidad, dado el gran número de candidaturas que estaban en juego, era necesario que se apoyara en el uso de tecnología, sin embargo, los mexicanos tenemos cierta desconfianza de los sistemas, siempre que estén relacionados con las elecciones. Tenemos malas experiencias con sistemas que se caen y que cuando se recuperan hay números que ya cambiaron.
Esta elección, además de ser una de las que más expectativas ha generado en nuestro país en las últimas décadas, se está viendo afectada por una serie de cuestionamientos que, en su mayoría, van encaminados a cuestionar el uso de la tecnología para favorecer a una u otra candidata o candidato.
Hace tres años ya, se llevó a cabo una elección virtual, al margen de la Ley Orgánica de la Universidad, en la que, dudosamente, se eligieron autoridades unipersonales en la UAZ, fue una de las elecciones con menor participación en la historia de la Universidad Autónoma, pero lo más preocupante es que nos quedará siempre la duda de la veracidad de los resultados.
Ahora no hubo elecciones virtuales, pero se han usado mecanismos tecnológicos que nos permiten acceder a información prácticamente al instante de los resultados de las votaciones, esos mecanismos se han ido consolidando con el paso de los años, a grado tal que quienes ya hemos tenido la oportunidad de vivir otros procesos electorales en sexenios anteriores, podemos comparar como han ido evolucionando.
Este año fue diferente, el conteo rápido se retrasó injustificadamente y, cuando finalmente se anunció el resultado, fue una estimación sobre la base de un porcentaje de la muestra, es decir, no se contaba con la información total de la muestra seleccionada con antelación para la realización del conteo rápido, por lo que la estimación se hizo sobre una muestra de la muestra, lo que nos lleva a dudar de lo certero de la aproximación.
Por otro lado, una pregunta que pocos se han hecho es ¿qué fue lo que pasó con quienes recolectan la información de esa muestra? En años anteriores se había recolectado la información de la muestra para dar paso a los cálculos matemáticos de los expertos en aras de cumplir con lo anunciado con antelación por el Consejo del INE, pero este año no fue posible. No quiero especular, pero deberíamos pensar que con el paso del tiempo esos procesos se perfeccionan en lugar de complicarse.
Otro tema que genera conflicto en fechas recientes son las discrepancias que existen entre los datos capturados en las sábanas de resultados que en algunas ocasiones no han coincidido con los resultados que se ven reflejados en los resultados del PREP y eso hay que revisarlo.
Afortunadamente, todavía contamos con algunas instituciones que nos permiten mantener la confianza en que el último proceso de conteo, el que se lleva a cabo de una forma mucho menos automatizada y con mayor lentitud, pero que es el único que garantiza que los votos sean contabilizados de manera efectiva, se inicie el miércoles y, para el día que se imprima esta opinión, ya estaremos conociendo algunos de los resultados de los cómputos distritales.
Está por verse si el tema es solo la desconfianza o si la duda de los mexicanos y mexicanas es fundada.